El domingo, 23 de junio de 2013

EL DUODÉCIMO DOMINGO ORDINARIO

(Zacarías 12:10-11.13.1; Gálatas 3:26-29; Lucas 9:18-24)


Hay un cuento del papa Juan Pablo II a la vez edificante e irreverente.  Un día, cuando estaba bastante atrasado, el cortejo papal venía por un sendero.  El encargado del programa vio la puerta de una capilla abierta con el Santísimo expuesto.  El hombre rápidamente dirijo a su ayudante que fuera adelante para cerrar la puerta. Explicó que si el papa viera el Santísimo, querría orar dejando el grupo aún más atrasado.  Aún más que el querido papa Juan Pablo, Jesús puede estar en diálogo con Dios Padre por horas.  En el evangelio hoy lo encontramos emergiendo de un tal período de oración con su mente bien decidida.

Jesús va a hacer algo significativo.  ¿Cómo se sabe? Pues siempre en el evangelio según san Lucas la oración inicia una nueva etapa de su ministerio. El Espíritu Santo desciende sobre él cuando está en oración después de su bautismo.  Escoge a sus apóstoles después de orar.  Y, por supuesto, ora la noche antes de su crucifixión.  Ahora va a revelar exactamente quién es y lo que va a hacer como ha discernido en la oración.  Hoy en día los jóvenes consultan a Google cuando tienen preguntas sobre la identidad de alguna persona.  Piensan que el Internet contiene todo lo que vale, particularmente en cuanto a la religión.


Según los servicios de información en el Internet, Jesús fue un maestro de Galilea hace dos mil años.  Enseñó que ha venido el reino de Dios que llama una respuesta del amor tanto al prójimo como a Dios mismo.  Estas fuentes de información dejan indeterminada la relación entre Jesús y Dios.  Por lo general quieren identificar a Jesús como un profeta del mismo rango de Mahoma o Mahatma Gandhi. En el evangelio, los discípulos de Jesús dicen que la gente lo considera con un concepto semejante.  Para las multitudes Jesús es Elías o Juan el Bautista –  eso es, el precursor del Mesías que merece el respeto pero no el compromiso total. 

Al ser preguntados, los mismos discípulos reconocen a Jesús de otra manera.  Pedro responde de parte del grupo afirmando a Jesús como “el Mesías de Dios”.  Eso es, Dios ha escogido a Jesús para restaurar Su reino de justicia y amor.  Así, como un jefe de médicos actuando un trasplante de corazón, Jesús quiere la cooperación de parte de todo su seguimiento para llevar a cabo este plan de Dios Padre.  Nosotros, que acudimos la Iglesia todo domingo, hemos integrado en su compañía.  Tanto como los apóstoles, nosotros tenemos un papel en el nuevo reino.

Los jóvenes van a preguntarnos: “¿Cómo sabemos que es la verdad?”  Es buena pregunta.  Nosotros podemos añadir: Si ha venido Jesús para derrotar el mal, ¿por qué 93,000 personas han muerto en la guerra civil en Siria?  ¿Por qué la violencia sigue en México?  ¿Por qué un gran porcentaje de niños en el mundo no tienen la proteína para crecer en adultos sanos?  Jesús nos da una respuesta indirecta en el pasaje.  Dice que cumplirá el plan por sufrir con los vulnerables en todos partes pero aún más despiadadamente: rechazado por su propio pueblo, entregado a los extranjeros para ser crucificado y dejado hasta la muerte a pesar de que no ha hecho nada malo.  Pero también resucitará de la muerte como prueba que el mal ha sido vencido en su raíz. 

Se ve la victoria en las vidas de nosotros, sus discípulos.  Llevamos nuestras cruces detrás de él, pero no nos lastiman.  Más bien nos hacen más vivos.  Pues nuestras cruces son actos de apoyo que hacemos en el mundo: una sonrisa, una pregunta mostrando la preocupación, una mano de ayuda si es necesaria.  Se extienden a los pueblos en todas partes luchando por mantenerse – un donativo a las misiones, una oración por los refugiados, una participación en la manifestación contra el aborto.  Estas acciones no nos hacen caer; al contrario, levantan la esperanza tanto de nosotros como del mundo.

¿Quién es Jesús?  ¿Un profeta? si. ¿El Mesías? Sí.  ¿El Hijo de Dios? Sí, también.  Podemos añadir otros títulos y papeles para él.  Pero lo importante no es tanto nombrarlo sino seguirlo.  Llevamos nuestras cruces de apoyo detrás de él.  Lo importante es seguirlo.

1 comentario:

Osvaldo dijo...

Todo lo relacionado con la religión, me interesa mucho ya que me gusta conocer las historias de distintas personas. Cada vez que viajo a un lugar, trato de conectarme con la gente y conocer como viven. Hace poco logre obtener Pasajes a Chile y pude disfrutar de la gente de dicho país