El domingo, el 13 de abril de 2014


DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

(Isaías 50:4-7; Filipenses 2:6-11; Mateo 26:14-27:66)


En un poema una pareja está rezando juntos el rosario.  Ella dice: "Dios te salve, María...bendita eres entre todas mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús."  Él responde: "Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".  Entonces el poema explica que el hombre se le muere.  La mujer sigue rezando como siempre: "Dios te salve, María,..." Pero esta vez nadie le responde nada.  Sólo hay la soledad callada. La pasión de Jesús según san Mateo que acabamos de escuchar nos asegura que el Señor conoce esta soledad, y la redime.

Cada relato de la pasión es distinto.  El año pasado la pasión según San Lucas nos mostró la bondad de Jesús cuando, por ejemplo, pide misericordia por sus verdugos.  Siempre al Viernes Santo el evangelio según San Juan nos presenta a Jesús reinando en la cruz mientras forma una nueva familia, la Iglesia. La pasión de San Mateo y la de San Marcos destacan el sufrimiento tanto psicológico como físico de Jesús.  Desde el momento en que Jesús señala a Judas como el traidor, tenemos un sentido de  su aislamiento. Este sentimiento crece en Getsemaní dónde está de bruces contra el suelo pidiendo a su Padre Dios que le quite la prueba que lo enfrenta si es posible. 

La desolación no se alivia tampoco durante los juicios.  Ante el sanedrín ¿podría ser algo más humillante que ser golpeado y escupido como profeta falso después de dar un testimonio completamente veraz? Aunque Pilato le muestra alguna comprensión, últimamente el procurador romano traiciona su conciencia para aplacar a la muchedumbre.  Por supuesto, es en la cruz donde el aislamiento de Jesús alcanza su culminación.  Tres grupos distintos - los viandantes, los líderes judíos, y los otros ladrones (no hay un "buen ladrón" en este evangelio) - lo desprecian.  El medioambiente refleja lo sombrío de su situación con una eclipsa del sol. Al añadir insulto a injuria, ofrecen a él en agonía vinagre de beber.  No es por nada que Jesús muere con la pregunta, "'¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?'" en sus labios.

¿Qué significan estas palabras?  Vale la pena considerarlas por un ratito.  Son las primeras palabras del Salmo 22 que termina con el salmista alabando a Dios.  Pero no es probable que Jesús repita estas palabras aquí con la confianza.  Lo significativo es que no más se dirige a Dios como Padre.  Es como te sientes cuando te desconocen tu hijo y nuera después de que te has agotado tratando de complacerlos.  Sin embargo, no se puede decir que Jesús esté  rechazando a Dios. Al contrario, está rezando aunque con la desilusión.  Así muere.  

Entonces Dios Padre se muestra como haber estado atento a toda la ordalía de Su Hijo.  El soldado romano proclama a Jesús "'Hijo de Dios'".  Aún más impresionante un temblor sacude la tierra despertando a los justos de la muerte.  Vemos que todo el dolor que ha experimentado Jesús -- ambos psicológico y físico - no ha sido en vano sino merece la salvación. 

La pasión de Jesús según san Mateo debería apoyar a todos nosotros cuando sentimos aislados, malentendidos, o injustamente perseguidos.  Puede ser con la muerte de un ser querido o tal vez después de un divorcio en que fuimos traicionados.  Nos asegura que Dios nos acompaña a través de estas pruebas aun si no hemos podido reaccionar a la desgracia con honor completo.  Está con nosotros convirtiendo nuestra tragedia en la esperanza, nuestras lágrimas en suspiros de alivio.  Dios está con nosotros.

No hay comentarios.: