ELDECIMOCUARTO DOMINGO ORDINARIO
(Deuteronomio
30:10-14; Colosenses 1:15-20; Lucas 10:25-37)
¿Quién es “el
Buen Samaritano”? Es una persona
distinta para cada ser humano. Para un muchacho
en Nueva York que cayó en los carriles del metro, el “Buen Samaritano” era un
trabajador afro-americano que lo salvó de un tren acercándose. Para varios judíos en Alemania durante la
Segunda Guerra Mundial, el “Buen Samaritano” era un católico llamado Oscar Schindler
que los protegió de la Gestapo. Para un académico,
el “Buen Samaritano” es su esposa que en los primeros años de su matrimonio hizo
sacrificios como madre de gemelos para permitir a su marido terminar su
doctorado.
Los teólogos de
los primeros siglos de la Iglesia, pensaban en Jesucristo mismo como “el Buen
Samaritano”. Según ellos el hombre
asaltado y dejado por muerte describe toda la humanidad después de la caída de la
gracia de Adán y Eva. Como el judío en
la parábola, no podíamos salvarnos porque la naturaleza humana era desesperadamente
lastimada. Entonces vino Cristo del
cielo, lo cual Jerusalén simboliza en la parábola. Él podía habernos pasado por alto, como hacen
el sacerdote y el levita, pero tuvo compasión de nosotros. Se detuvo para ayudarnos, tocándonos con los
sacramentos, representados en la historia por el aceite y vino con que el
samaritano unge a la víctima. Finalmente,
como el samaritano lleva al herido al mesón para repararse, Jesucristo nos introdujo
a la Iglesia que nos enseña los modos evangélicos. Junto con los otros sacramentos estas
enseñazas nos han convertido del pecado en personas de virtud.
En el final, “el
Buen Samaritano” es todos nosotros cuando una vez evangelizados y dotados con
la gracia de Cristo, nos hacemos prójimos de gentes en necesidad. Es un ministro laical que visita a los asilos
llevando a los ancianos no sólo la Santa Comunión sino también servicios de la
Palabra de Dios. Es una mujer que viene
de los suburbios para repartir comida a los indigentes en un barrio peligroso
de Chicago. Es usted y yo cuando nos
acogemos al extranjero con una sonrisa, escuchamos su historia, y nos
disponemos a ayudarle en cuanto posible.
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