El domingo, 7 de noviembre de 2021

 EL TRIGÉSIMA SEGUNDO DOMINGO ORDINARIO

(I Reyes 17:10-16; Hebreos 9:24-28; Marcos 12:38-44)

Una escritora contrasta las trayectorias de dos jóvenes embarazadas.  Quiere demostrar cómo un motivo principal para el aborto que las feministas proponen puede ser mentira.  En el evangelio Jesús contrastará a los escribas con la viuda pobre de manera semejante.

La escritora cuenta de Patricia y Kelly.  A los diecinueve años las dos se encontraban dos meses embarazadas.  Las dos lloraron de su suerte, y pensaron en abortar a sus bebés.  Patricia era universitaria como el padre del bebé.  Kelly trabajaba como recepcionista.  Su novio también tenía empleo. 

Patricia tuvo el aborto y siguió en la universidad.  Como casi siempre en estos casos su novio la abandonó. Después, se matriculó en una escuela de ley y eventualmente consiguió puesto con un bufete de abogados prestigioso.  De allí su carrera se despegó. Trabajó muchas horas, pero también viajó a varias partes del mundo.  No queriendo casarse, tuvo a varios amantes.  Sin embargo, a treinta y cinco años comenzó a preocuparse por no tener a su propia familia.  Entonces se rindió a un hombre que la buscaba por años.  Por haber usado anticonceptivos también por años, Patricia no pudo concebir. Solo con la fertilización in vitro la pareja tuvo a un hijo.  Patricia celebró su cincuenta y cinco cumpleaños con solo su esposo en Europa.   Tenían que dejar a su hijo con niñera en casa.  A los sesenta y ocho años Patricia murió de cáncer. En sus últimos días tuvo a algunos visitantes entre quienes fue su hijo.  Sus cenizas fueron esparcidas en el río de la ciudad. 

Kelly no pudo proceder con el aborto.  Su madre estaba furiosa al principio, pero en fin le ayudó.  Como casi siempre en estos casos su novio la abandonó. En seis meses Kelly experimentaba el dolor más agudo de su vida con el nacimiento de su hijo.  Se preocupaba entonces de cómo iba a atraer a un novio si tenía que llevar siempre consigo a una hija.  Pero en tiempo no pudo imaginar la vida sin su hija y mucho menos cómo pensaba en abortar a su bebé. Kelly se casó con un hombre responsable, y los dos tuvieron a gemelas junto con la niña de Kelly.  En quince años las vidas de toda la familia fueron llenas de partidos de futbol y dramas teátricos en la secundaria que asistían las gemelas. Kelly y su familia celebraron su cincuenta cumpleaños en un Spaghetti Factory.  Las gemelas ya tenían sus carreras, y Kelly cuidó a los dos niños de su hija y yerno después de escuela.  A los sesenta y ocho años Kelly también murió de cáncer.  Recibió a muchos familiares y amistades antes su muerte, y se llenó la iglesia para su funeral.

Algunos dicen que el aborto es necesario para no sobrecargar las vidas de jóvenes que quedan inesperadamente embarazadas.  Pero las trayectorias de Patricia y Kelly, que parecen bastantes realísticas, muestran que esta presunción es por lo menos cuestionable.  Porque la vida es buena y llena de posibilidades, es muy posible que en tiempo un aborto les parecerá a todos como trágico.  Entretanto criar a un hijo usualmente llenar a la mujer con felicidad.

En el evangelio hoy Jesús comenta en dos tipos de personas no muy diferentes de Patricia y Kelly.  Dice que los escribas que parecen tener todo ahora va a ser castigados, sea antes o después de la muerte. Entretanto, la viuda que da al templo todo lo que tiene ya ha encontrado la aprobación del Señor.  Su premio en el cielo será aún más grande. 

Para la reflexión: ¿Por qué parece la vida de Kelly como mejor que la vida de Patricia?

No hay comentarios.: