EL TRIGÉSIMA SEGUNDO DOMINGO ORDINARIO
(I Reyes
17:10-16; Hebreos 9:24-28; Marcos 12:38-44)
Una escritora contrasta las trayectorias de dos jóvenes
embarazadas. Quiere demostrar cómo un
motivo principal para el aborto que las feministas proponen puede ser
mentira. En el evangelio Jesús
contrastará a los escribas con la viuda pobre de manera semejante.
La escritora cuenta de Patricia y Kelly. A los diecinueve años las dos se encontraban
dos meses embarazadas. Las dos lloraron
de su suerte, y pensaron en abortar a sus bebés. Patricia era universitaria como el padre del
bebé. Kelly trabajaba como
recepcionista. Su novio también tenía
empleo.
Patricia tuvo el aborto y siguió en la universidad. Como casi siempre en estos casos su novio la
abandonó. Después, se matriculó en una escuela de ley y eventualmente consiguió
puesto con un bufete de abogados prestigioso.
De allí su carrera se despegó. Trabajó muchas horas, pero también viajó
a varias partes del mundo. No queriendo
casarse, tuvo a varios amantes. Sin
embargo, a treinta y cinco años comenzó a preocuparse por no tener a su propia
familia. Entonces se rindió a un hombre
que la buscaba por años. Por haber usado
anticonceptivos también por años, Patricia no pudo concebir. Solo con la
fertilización in vitro la pareja tuvo a un hijo. Patricia celebró su cincuenta y cinco
cumpleaños con solo su esposo en Europa.
Tenían que dejar a su hijo con niñera en casa. A los sesenta y ocho años Patricia murió de
cáncer. En sus últimos días tuvo a algunos visitantes entre quienes fue su
hijo. Sus cenizas fueron esparcidas en
el río de la ciudad.
Kelly no pudo proceder con el aborto. Su madre estaba furiosa al principio, pero en
fin le ayudó. Como casi siempre en estos
casos su novio la abandonó. En seis meses Kelly experimentaba el dolor más
agudo de su vida con el nacimiento de su hijo.
Se preocupaba entonces de cómo iba a atraer a un novio si tenía que
llevar siempre consigo a una hija. Pero
en tiempo no pudo imaginar la vida sin su hija y mucho menos cómo pensaba en
abortar a su bebé. Kelly se casó con un hombre responsable, y los dos tuvieron
a gemelas junto con la niña de Kelly. En
quince años las vidas de toda la familia fueron llenas de partidos de futbol y
dramas teátricos en la secundaria que asistían las gemelas. Kelly y su familia
celebraron su cincuenta cumpleaños en un Spaghetti Factory. Las gemelas ya tenían sus carreras, y Kelly
cuidó a los dos niños de su hija y yerno después de escuela. A los sesenta y ocho años Kelly también murió
de cáncer. Recibió a muchos familiares y
amistades antes su muerte, y se llenó la iglesia para su funeral.
Algunos dicen que el aborto es necesario para no sobrecargar
las vidas de jóvenes que quedan inesperadamente embarazadas. Pero las trayectorias de Patricia y Kelly,
que parecen bastantes realísticas, muestran que esta presunción es por lo menos
cuestionable. Porque la vida es buena y
llena de posibilidades, es muy posible que en tiempo un aborto les parecerá a
todos como trágico. Entretanto criar a
un hijo usualmente llenar a la mujer con felicidad.
En el evangelio hoy Jesús comenta en dos tipos de personas no muy diferentes de Patricia y Kelly. Dice que los escribas que parecen tener todo ahora va a ser castigados, sea antes o después de la muerte. Entretanto, la viuda que da al templo todo lo que tiene ya ha encontrado la aprobación del Señor. Su premio en el cielo será aún más grande.
Para la reflexión: ¿Por qué parece la vida
de Kelly como mejor que la vida de Patricia?
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