El domingo, el 22 de febrero de 2015



Primer Domingo de Cuaresma

(Génesis 9:8-15; II Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15)

Se dice que Paul “el Oso” Bryant era el mejor entrenador de fútbol americano universitario en la historia.  Es cierto que era uno de los más rigurosos.  En su primer año como entrenador a la Universidad de Texas A y M, se llevó a su equipo al campo para diez días de entrenamiento intensivo.  Tuvo a los jóvenes en la cancha todo el día con temperaturas a veces en exceso de cien grados.  No les permitió descansos para tomar agua.  El entrenador Bryant quería probar a sus jugadores: ¿quiénes eran dignos de ser miembros de un equipo triunfante y quienes jugaban para la gloria propia?  En el evangelio hoy se prueba Jesús en una manera semejante.

Dice la lectura que el Espíritu Santo impulsa a Jesús al desierto.  Dios sabe que el desierto es lugar solitario donde se puede prepararse para la lucha contra el mal.  Es uno de nuestros propósitos de la Cuaresma: fortalecernos contra las atracciones del placer, el prestigio, y la plata.  Por el ayuno, la oración, y las obras de la misericordia quitamos el poder de las cosas mundanas a desviarnos de nuestro destino.

Liberados del encanto del mal podemos identificarnos como hijos e hijas de Dios.  Así tenemos como meta la paz y la felicidad verdadera.  Este evangelio según San Marcos también se preocupa con la identidad, no tanto de nosotros sino de Jesús.  Siempre pregunta: ¿quién es este hombre Jesús?  Es solamente el carpintero de Nazaret orgulloso y codicioso  como todos seres humanos.  O ¿es el esperado Mesías, el Hijo de Dios, que viene para enseñarnos los modos de Dios Padre en un mundo envuelto en el egoísmo?  En el pasaje hoy se presenta Satanás para probar a Jesús según este interrogante.

También se encuentran los animales salvajes en el desierto para probar a Jesús.  En primer lugar estas bestias retan su fortaleza e ingenio a sobrevivir en un medioambiente peligroso.  En segundo lugar, los animales simbolizan el instinto humano de ser rapaz y devorador.  Vemos hombres de este género alrededor de nosotros.  Nos invitan a actuar como ellos engañando a los ingenuos con fraudes.

Pero no estamos solos en la lucha.  Dios nos apoya a enfrentar las seducciones con la valentía.  En el evangelio los ángeles de Dios sirven a Jesús como entrenadores al boxeador secando el sudor y dándole consejos.  Se quedarán en su lado para ayudarle en la batalla que continuará por lo largo del evangelio.

Pues, la lucha no termina hasta que Jesús venza el mal definitivamente en la cruz.  Allá el oficial romano lo proclamará “el hijo de Dios”.  Más que todos los valientes de la historia, Jesús se ha probado como el que vale el seguimiento.  Por eso, cuando él proclama en la lectura: “’…el Reino de Dios está cerca”, deberíamos dejar todo para escucharlo.  Por poner su mensaje en práctica, nos probamos como sus seguidores, modelos dignos para nuestros compañeros.   Entonces todos -- desde nuestros hijos, por nuestros asociados, hasta todo miembro d la sociedad -- pueden aprovechase de sus gracias. 

Uno de los fenómenos más característico de nuestros tiempos es el número de personas dando ejercicios en los gimnasios.  En las universidades y también en las plazas comerciales hay millones de hombres y mujeres corriendo en las ruedas de andar y levantando pesos. Quieren probarse como gente digna en este mundo.  El propósito de la Cuaresma es algo semejante, pero infinitivamente más significativo.  Queremos probarnos como verdaderos hijos e hijas de Dios dignos de la vida eterna.  Por nuestro seguimiento de Jesús queremos probarnos como hijos e hijas de Dios.

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