Primer Domingo de Cuaresma
(Génesis
9:8-15; II Pedro 3:18-22; Marcos 1:12-15)
Se dice
que Paul “el Oso” Bryant era el mejor entrenador de fútbol americano
universitario en la historia. Es cierto
que era uno de los más rigurosos. En su
primer año como entrenador a la Universidad de Texas A y M, se llevó a su
equipo al campo para diez días de entrenamiento intensivo. Tuvo a los jóvenes en la cancha todo el día
con temperaturas a veces en exceso de cien grados. No les permitió descansos para tomar
agua. El entrenador Bryant quería probar
a sus jugadores: ¿quiénes eran dignos de ser miembros de un equipo triunfante y
quienes jugaban para la gloria propia?
En el evangelio hoy se prueba Jesús en una manera semejante.
Dice la
lectura que el Espíritu Santo impulsa a Jesús al desierto. Dios sabe que el desierto es lugar solitario
donde se puede prepararse para la lucha contra el mal. Es uno de nuestros propósitos de la Cuaresma:
fortalecernos contra las atracciones del placer, el prestigio, y la plata. Por el ayuno, la oración, y las obras de la
misericordia quitamos el poder de las cosas mundanas a desviarnos de nuestro destino.
Liberados
del encanto del mal podemos identificarnos como hijos e hijas de Dios. Así tenemos como meta la paz y la felicidad
verdadera. Este evangelio según San
Marcos también se preocupa con la identidad, no tanto de nosotros sino de
Jesús. Siempre pregunta: ¿quién es este
hombre Jesús? Es solamente el carpintero
de Nazaret orgulloso y codicioso como
todos seres humanos. O ¿es el esperado
Mesías, el Hijo de Dios, que viene para enseñarnos los modos de Dios Padre en
un mundo envuelto en el egoísmo? En el
pasaje hoy se presenta Satanás para probar a Jesús según este interrogante.
También se
encuentran los animales salvajes en el desierto para probar a Jesús. En primer lugar estas bestias retan su
fortaleza e ingenio a sobrevivir en un medioambiente peligroso. En segundo lugar, los animales simbolizan el instinto
humano de ser rapaz y devorador. Vemos hombres
de este género alrededor de nosotros.
Nos invitan a actuar como ellos engañando a los ingenuos con fraudes.
Pero no
estamos solos en la lucha. Dios nos
apoya a enfrentar las seducciones con la valentía. En el evangelio los ángeles de Dios sirven a
Jesús como entrenadores al boxeador secando el sudor y dándole consejos. Se quedarán en su lado para ayudarle en la
batalla que continuará por lo largo del evangelio.
Pues, la
lucha no termina hasta que Jesús venza el mal definitivamente en la cruz. Allá el oficial romano lo proclamará “el hijo
de Dios”. Más que todos los valientes de
la historia, Jesús se ha probado como el que vale el seguimiento. Por eso, cuando él proclama en la lectura:
“’…el Reino de Dios está cerca”, deberíamos dejar todo para escucharlo. Por poner su mensaje en práctica, nos
probamos como sus seguidores, modelos dignos para nuestros compañeros. Entonces
todos -- desde nuestros hijos, por nuestros asociados, hasta todo miembro d la
sociedad -- pueden aprovechase de sus gracias.
Uno de
los fenómenos más característico de nuestros tiempos es el número de personas dando
ejercicios en los gimnasios. En las
universidades y también en las plazas comerciales hay millones de hombres y
mujeres corriendo en las ruedas de andar y levantando pesos. Quieren probarse
como gente digna en este mundo. El
propósito de la Cuaresma es algo semejante, pero infinitivamente más significativo. Queremos probarnos como verdaderos hijos e
hijas de Dios dignos de la vida eterna.
Por nuestro seguimiento de Jesús queremos probarnos como hijos e hijas
de Dios.
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