El Primer Domingo de Adviento5
(Jeremías
33:14-16; Tesalonicenses 3:12-4:2; Lucas 21:25-28.34-36)
¿Cómo
esperamos? ¿Qué hacemos cuando nos
encontramos en una fila o llegando tempranito para una reunión? Muchas gentes hoy día revisan los emails en sus
teléfonos. Las lecturas de la misa hoy
nos recomienda otro modo de esperar.
Es
cierto que tienen en cuenta una espera más larga que el minuto antes de que
cambie el semáforo. Cuando escribieron los libros del Nuevo Testamento, los
autores no sabían el tiempo del regreso de Jesús. Pensaban que habría sido pronto, pero su
preocupación no era tanto el momento. Más
bien, se preocupaban que la gente fuera lista para recibirlo. Lucas citando a Jesús mismo nos amonesta: “Estén alerta, para que los
vicios…no entorpezcan su mente”.
Su
consejo sigue válido hoy. La pornografía
de Internet está contaminando la mente de muchos, tanto adultos como
jóvenes. Ya en este tiempo navideño
muchos niños están condicionados a ser codiciosos. Consideran los regalos extravagantes – los
PlayStations e IPads – no como regalos por comportamiento bueno sino como
derechos simplemente por existir. Deberíamos
resistir estas tendencias para conservar nuestros corazones, en las palabras de
la primera lectura, “irreprochables en la santidad”.
Con el
inicio del Año de la Misericordia el papa Francisco nos provee una pista para
superar los vicios. Quiere que practiquemos la misericordia por ser más
comprensivos y menos severos. En lugar
de juzgar a los pobres como si fueran ignorantes que les tratemos como
hermanos. En vez de mirar a los jóvenes
con ojos codiciosos, que los consideremos como hijos en necesidad de nuestro buen
ejemplo.
Un voluntario
laico muestra el espíritu de la misericordia.
Hace a veces dos visitas a la prisión cada semana. Entra en conversaciones con los
encarcelados. Hablan no sólo de los
partidos de fútbol sino de los deseos de sus corazones. Por supuesto, el voluntario no recibe nada
por su servicio. La verdad es que le cuesta bastante. Gasta su tiempo y tiene que soportar la
burocracia. Lo hace para prepararse para
la llegada de Jesús. Es la verdad: lo
hace por Jesús.
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