El domingo, 29 de enero de 2017

EL CUARTO DOMINGO ORDINARIO

(Sofonías 2:3.3:12-13; I Corintios 1:26-31; Mateo 5:1-12)

En el evangelio del domingo pasado oímos un tipo de “tweet” de Jesús.  Dijo: “’Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos’”.  Hoy y en los próximos cuatro domingos el evangelio de San Mateo enseña el significado de este mensaje.  Muestra a Jesús tomando a sus discípulos aparte para explicarles lo que involucra la conversión verdadera.

Para despertar sus esperanzas Jesús comienza su discurso con una descripción de la meta.  Las bienaventuranzas cuentan de los premios que aguardan a aquellos que se convierten.  En la lucha para los derechos civiles los negros tenían que recordarse cómo la libertad valió los abusos que experimentaban.  Decían a uno y otro, “Mantengan sus ojos en el premio”.  Jesús nos tiene el mismo consejo en este evangelio.  Todos los premios enumerados – “el reino de los cielos”, “misericordia”, aun “la tierra” -- tienen el mismo fin.  Se dirigen al amor y la paz de la vida eterna.

Se puede dividir las nueve bendiciones pronunciadas aquí en dos grupos.  Unos tienen que ver con nuevas maneras de ser.  Otros atañan nuevas maneras de actuar.  ¿Cuáles son las más importantes?  No se puede decir porque el comportamiento procede del ser, tanto como se determina cómo es la persona por lo que hace.

En primer lugar Jesús dice que ha de ser como “los pobres del espíritu”.  Estos son las personas que viven dependientes de Dios.  Sean indigentes o sean adineradas, ellos vuelven a Dios como su riqueza.  No dejan  de hacer lo justo porque confían que Dios les recompensará.  Un hombre de negocio quería jubilarse.  En lugar de vender su agencia de seguros al que le ofreciera el más dinero, se lo dio al comprador que le garantizó que no quitara a ningún empleado.  Aunque este hombre vivía cómodo, era “pobre de espíritu”.

Otro modo de ser que merece el premio de la vida eterna es con corazón limpio.  Este estado tiene que ver con nuestra manera de amar.  Requiere que rechacemos el deseo para poseer, dominar, y explotar al otro por el placer animal.  Un matrimonio joven practicaba la planificación natural hasta que el hombre terminara sus estudios.  Admitieron que era difícil porque sentían el deseo para la intimidad más fuerte cuando ella estuvo fértil.  Pero por el bien de todos decidieron a practicar la abstinencia por el período indicado cada mes.

Como manera de actuar Jesús recalca a los que trabajan por la paz.  Estas personas no se cansan frente al reto de reconciliar a los enemigos.  Primero, hacen hincapié en los valores que los adversarios tienen en común.  Entonces presentan modos creativos para resolver las diferencias que emergen inevitablemente.  Un día dos muchachos – amigos por años -  tuvieron una discusión.  No iban a hablar con uno y otro de nuevo.  Entonces el padre de uno de los dos intervino.  No insistió que su hijo hiciera las paces con su amigo.  Más bien, él mismo las hizo.  Buscó al otro muchacho y le invitó acompañar a él y su hijo a un partido de fútbol.  No tardó mucho antes de que los dos muchachos conversaran como si nada les hubiera pasado.


Jesús enumera nueve bienaventuranzas aquí al principio del Sermón del Monte.  Pero no son las únicas del evangelio.  En el primer capítulo del Evangelio según San Lucas Isabel dice a María: “’Bendita eres entre todas mujeres’”.  En el penúltimo capítulo del Evangelio según San Juan Jesús pronuncia una bienaventuranza sobre aun nosotros cuando dice: “’¡Dichosos los que creen sin haber visto!’”  De verdad estamos benditos sólo por haber sabido de Jesucristo.  Ya tenemos que actuar conforme a sus maneras para que realicemos la dicha de la vida eterna.  Ya tenemos que actuar conforme a sus maneras.

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