El sábado, 19 de mayo de 2018


EL DOMINGO DE PENTECOSTÉS (MISA VESPERTINA DE LA VIGILIA)

(Génesis 11:1-9; Romanos 8:22-27; Juan 7:37-39)

En el año 1976 Irlanda Norte estaba en guerra civil.  La mayoría de la población, que era protestante, quería mantenerse unida con Inglaterra.  Entretanto, muchos de la minoría católica preferían formar parte de la Republica Irlandés al sur.  Había mucha discriminación, protesta, y retaliación resultando en la muerte de miles de civiles.  Un día un soldado inglés abrió fuego a un coche de los republicanos causándolo perder el control.  El coche atropelló una familia matando a tres niñas.  Mucha gente – ambos protestantes y católicos – decidió que demasiada sangre se había derramado.  Formaron manifestaciones de miles personas pidiendo un alto de la violencia.  Ellos anhelaron la venida del Espíritu Santo como San Pablo escribe en la segunda lectura hoy.

Pablo describe un pueblo cuyos gemidos para el alivio son unidos con las oraciones del Espíritu Santo.  Nosotros hoy en día seguimos añorando una sociedad más sana.  Vemos a los soberbios acaparrando la atención como los hombres de Babel en la primera lectura.  Ellos quieren construir una torre para llegar a Dios como si Él viviera encima de una nube.  Se ve este tipo de egoísmo hoy en los entretenedores que no refrenan nada en sus referencias al sexo.  Igualmente lo percibimos en el vestido de las mujeres que han perdido el sentido de vergüenza.  Pedimos que venga el Espíritu para corregir estas tendencias indecentes por el bien de todos.

El evangelio destaca a Jesús como la fuente del Espíritu Santo.  La ocasión es la fiesta de las Tiendas, una celebración que atrae a muchos peregrinos a Jerusalén.  La fiesta recuerda cómo el Señor acompañó a los israelitas por cuarenta años en el desierto.  Los peregrinos forman una procesión para sacar el agua de la piscina de Siloé a la orilla de Jerusalén.  Esta agua representa la que Moisés sacó de la roca en el desierto.  Los sacerdotes verterán el agua sobre el altar del Templo para simbolizar su capacidad de dar la vida.  Al mirar las actividades Jesús grita que él tiene agua viva.  Su agua es mucho más eficaz que la de la piscina porque concede la vida eterna.  El agua a la cual refiere es el Espíritu Santo que Jesús entregará una vez que muera en la cruz.

Nosotros hemos bebido de esta agua.  Pues hemos recibido al Espíritu Santo en el bautismo.  Ya es de nosotros para hacer lo que podamos para derrotar las fuerzas de violencia y soberbia.  No estamos solos en la lucha.  Han bebido del mismo Espíritu sinnúmeros de otras gentes.  Tal vez nuestro aporte sea limitado a no practicar la violencia y enseñar a nuestros hijos así.  Sería un paso adelante en la construcción de la paz.  Asimismo por refrenar de indirectas sexuales, contribuiríamos a un ambiente más sano.  Aquí vemos un propósito de la venida del Espíritu: crear una sociedad pacífica y sana por todos.


EL DOMINGO DE PENTECOSTÉS (MISA DEL DÍA), 20 de mayo de 2018

(Hechos 2:1-11; Gálatas 5:16-25; Juan 15:26-27.16:12-15)


Algunos del movimiento protestante llamado Cuáquero tienen un modo extraño de orar a Dios.  No usan ni palabras ni ritos sino se sientan orando en silencio.  Sin embargo, estas personas son famosas por su dedicación a las obras de servicio.  Sucedió que un día un católico asistía en un encuentro cuáquero.  Se sentía incómodo porque nadie dijo nada a la hora designada para el comienzo.  Después de quince minutos preguntó a un miembro de la comunidad cuándo comenzará el servicio.  La persona respondió: “El servicio comienza cuando termine la oración”.  Parece que algo semejante pasa en la primera lectura.

La comunidad de discípulos se ha reunido para la fiesta judía de Pentecostés.  La gente celebra el día de la entrega de la Ley de Dios cincuenta días después de su escape de Egipto.  Ya los seguidores de Cristo recibirán una ley nueva, interior y más eficaz.  Oyen un swoosh como el sonido de un IPhone enviando mensajes.  De repente ven lenguas de fuego simbolizando la presencia del Espíritu de Dios sobre todos.  El Espíritu Santo ya ha llegado como un pistón llevando a cada uno a dar testimonio a Jesucristo.

Los apóstoles predicarán a Jesús como dice el evangelio.  Su insistencia que realmente tuvo lugar la resurrección de Jesucristo les costará sus vidas.  Los demás discípulos también darán testimonio con sus vidas pero no de modo sangriento.  Siguiendo al Espíritu, van a vivir en un modo diferente de aquel del mundo.  Como dice San Pablo en la Carta a los Gálatas van a dejar atrás el “desorden egoísta”.  No van a mostrar nada de la lujuria, las divisiones, y las envidas.  Más bien serán conocidos por la alegría, la bondad, y el dominio de sí mismo.  Estos son los efectos del Espíritu funcionando como ley interior.

Asimismo nosotros somos llamados a dar testimonio.  Deberíamos hablar de nuestra esperanza a resucitar de la muerte como Jesús.  El testimonio se volverá elocuente por mostrar al mundo un nuevo modo de vivir.  Cuando vivimos alegres, benignos, y auto-dominados, los demás se percatarán de la presencia del Espíritu Santo.  Cuando vivimos como personas nuevas, se percatarán del Espíritu Santo.

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