LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
(Isaías
60:1-6; Efesios 3:2-3.5-6; Mateo 2:1-12)
Hace ciento
y triente años un doctor inventó el idioma Esperanto. Quería fundar una lengua segunda para todos
los habitantes del mundo. Diseñó Esperanto
a ser fácil para aprender y flexible para adoptar palabras nuevas. Como indica el nombre “Esperanto”, el
fundador tenía mucha ilusión con el idioma.
Esperaba particularmente que ello fomentara la paz en el mundo. Sin embargo, el lenguaje apenas ha despegado. Si hay una lengua segunda mundial, sería el inglés. Pero ello tampoco ha producido la paz
internacional. Dios ha tenido otro
programa para crear la paz. Ha ganado a adherentes
en todas partes aunque queda lejos de la meta.
Se ve los comienzos de este programa en las lecturas de la misa hoy.
Vemos a
diferentes personas viniendo a adorar al niño Jesús en el Evangelio según San
Mateo. No se nos da el número pero
tradicionalmente lo hemos pensado como tres.
Pues traen tres regalos. Lo que
distingue a estas personas es que son de países lejanos. De hecho, sacamos la idea que representan el
mundo entero. Por eso, a través de los
siglos las imágenes de estos tres magos han ganado las facciones de tres razas
distintas. Uno es blanco, otro es negro,
y el tercero es moreno. Evidentemente el
evangelista tiene en cuenta la primera lectura.
Allí la visión del profeta al final del siglo sexto antes de Cristo se
fija en una gran procesión. Caminan
hacia Jerusalén los reyes del mundo entero para dar homenaje a Dios. (A propósito, por esta visión profética los
magos del Evangelio se han llamado “reyes”.)
Es el
niño Jesús del linaje del rey David que llama la atención de los magos. Por siglos los judíos han querido a separarse
de otros pueblos para mantener la santidad.
De hecho los mandamientos de Dios les han prohibido mezclarse con otros
pueblos. Pero ya se termina su
aislación. Las gentes vienen para
aprender los modos del Dios de Israel. Esta
unión entre los judíos y los no judíos se ha logrado en Jesucristo. La segunda lectura de la Carta los Efesios cuenta
de esta realidad. Dice: “…también los
paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y
partícipes de la misma promesa en Jesucristo”.
Ya el Señor de Israel es su Dios, y ellos también comprenden Su pueblo.
No
obstante, el mundo sigue fracturado. La buena
nueva de los magos llegando a Belén no se ha realizado plenamente en la
tierra entera. Todavía mucha gente no
adora al mismo Dios ni vive en la paz.
Sin embargo, no hemos perdido la esperanza. Más bien nos damos cuenta que la construcción
de la paz es un proceso lento que requiere ambas atención y la paciencia. Durante este año nuevo esperamos ver progreso
en la resolución de los grandes desafíos de nuestra época. Esperamos que los millones de personas que se consideran a sí mismos como refugiados encuentren
amparo seguro. Deseamos que las guerras matando
a miles en países como Siria, Yemen, y el Congo se terminen. Anhelamos que las naciones desarrollando
armas nucleares desistan su búsqueda y los poderes nucleares actuales procedan
en el desarmamiento.
No nos
olvidemos que Dios puede llegar a sus fines en modos más allá que podemos
imaginar. En 2019 tenemos que poner la
confianza en Él. A la misma vez que trabajemos
por la paz en nuestras vidas diarias.
Los magos traen al niño Jesús regalos de oro, incienso, y mirra. Podemos traerle un regalo aún más precioso
por promover la paz entre nosotros mismos.
¡Que la paz sea nuestro homenaje a Jesús en 2019!
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