EL
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
(Éxodo
3:1-8.13-15; I Corintios 10:1-6.10-12; Lucas 13:1-9)
Purgatorio
– algunos protestantes rechazan el término.
Pues no aparece en la Biblia. Pero
algunos católicos lo aferran como si fuera su única esperanza. Aunque nunca hayamos pensado en ella así,
podemos ver la Cuaresma como un tipo de Purgatorio. Pues ambos el Purgatorio y la Cuaresma tienen
los mismos propósitos: quitarnos del pecado y purificarnos del apego al mal. En la primera lectura hoy encontramos a un guía
para este proyecto una vez simple y duro.
Como en
el caso de Abrahán el domingo pasado, el tercer domingo de la Cuaresma siempre nos
presenta una vislumbre de Moisés. También
como Abrahán, Moisés es hombre de la fe.
Confiaba en Dios cuando Él lo mandó a enfrentar al poderoso Faraón. Pero más notable en el caso de Moisés, él es
quien en que Dios tiene la confianza.
Como escuchamos hoy, Dios le da a Moisés su nombre. Más adelante en la historia se dice que Dios le
habla con Moisés “cara a cara” (Éxodo 33:11).
Además Moisés es lo que Dios escoge para guiar a los israelitas a través
del desierto. Como ningún otro antes de
Jesús, Moisés representa a Dios. Es más
que su profeta; es su mediador.
Hoy
escuchamos de la llamada de Moisés. Como
otras llamadas bíblicas, ésta está acompañada por una señal maravillosa: la
zarza ardiente. Entonces Dios le revela
a Moisés su nombre: Yo-soy. Ya Moisés y
el pueblo Israel tienen acceso privilegiado a Dios. Vemos la eficaz de llamar a Dios por nombre
cuando el malhechor crucificado con Jesús le dice: “Jesús, recuérdame cuando
vengas en tu reino”. Pronto recibe la
respuesta dichosa: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Podemos
decir que tanto la señal como el nombre revelan algo de quien es Dios. El fuego puede significar varias cosas: la
ira, el poder, y también el amor. Un
gran teólogo del siglo pasado escribió: “Cuando el hombre descubra a controlar
las fuerzas del amor, por la segunda vez habrá descubierto el fuego”. La zarza ardiente sin consumirse significa la
pasión de Dios que nunca nos faltará.
También Dios es “Yo-soy quien soy”.
En el pasado los teólogos pensaban que estas palabras significan la función
de Dios como el fundamento de todo ser.
Ahora se piensa que las palabras apuntan un misterio fuera de la
comprensión: Dios es quien es, y no es de los hombres a comprenderlo.
Le
tocará a Moisés la formación de las tribus de Israel en el pueblo de Dios. Él les entregará la Ley de Dios, les castigará
cuando la abandonen, y les urgirá a mantenerla cuando entren en la tierra
prometida. Para nosotros cristianos
Moisés prefigura a Jesús como maestro y profeta. Sin embargo, Jesús transciende a Moisés por
darnos la ley definitiva, no escrita en tablas sino viva en nuestros corazones – el Espíritu Santo, que nos transforma en los
hijos e hijas de Dios.
Para
nosotros Moisés muestra la sabiduría y la fortaleza que hemos de llevar al
mundo hoy. Cómo vamos a llevarlo a cabo es
el programa de la “nueva evangelización”. Una táctica para todos es simplemente llevar
una sonrisa mostrando el gozo de conocer a Cristo. Los matrimonios llevan la buena noticia a sus
familias por amar a uno y otro con toda la pasión de un maratonista cruzando la
meta en primer lugar. Los jóvenes lo cumplen
por trabajar por un mundo más sano, más justo, y más honesto, sin vergüenza a
mencionar a Jesucristo como su motivo. Los
niños también tienen un papel en la empresa.
Han de ser bondadosos y compartir como si reconozcan a Jesús en cada una
de sus amistades.
Los
mejoramientos de las carreteras son notables por las construcciones de puentes
temporales. Nos parecen desparejos, casi
malhechos, pero sirven por el tiempo inmediato.
La gente puede pasar por ellos aunque le parecen como un tipo de
Purgatorio. Son como Moisés en la
historia de la salvación. Como ningún
otro antes de Jesús, Moisés sirve como mediador entre Dios y su pueblo. Pero su tiempo es limitado. Vendrá Jesús como el puente perfecto. Con él llegamos a Dios sanos, justos y honestos. Con Jesús llegamos a Dios.
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