LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
(Isaías
60:1-6; Efesios 3:2-3.5-6; Mateo 2:1-12)
¿Quiénes son los magos? No son reyes a pesar de que llevan regalos
exquisitos. Ni son magos en el sentido
de estafadores. Son investigadores. Estudian los cielos y la tierra en búsqueda
de la verdad. Podemos considerarlos como
sabios también. No quieren solo el
conocimiento de la realidad física sino también el significado detrás de ella.
Los magos se enfocan en la estrella. Ella representa la naturaleza en la
complexidad de su composición y la extensión de su existencia. Por la naturaleza se puede saber algo de
Dios. Al menos se puede concluir que
Dios existe como creador del universo.
Además, se puede deducir de la naturaleza que Dios espera la justicia de
nosotros. Todas personas humanas tienen
consciencia para distinguir lo bueno y lo malo.
Sabemos que es malo asesinar al prójimo y bueno dar limosna al pobre.
Sin embargo, no podemos conocer a Dios por
la naturaleza. No podríamos decir que
Dios es lleno de amor y misericordia sin su ayuda. Por esta razón los magos tienen que consultar
a los judíos para los paraderos del “rey de los judíos”. Los judíos tienen la autorrevelación de Dios
mismo en las sagradas escrituras. Saben
dónde nacerá el “jefe, que será pastor de…Israel”.
Curiosamente los judíos no quieren
acompañar a los magos en su búsqueda. De
hecho, cuando oye del “rey de los judíos” recién nacido, Herodes, su líder, se
pone celoso. En tiempo va a urdir una
trama para matarlo. Ciertamente no todos
buscan la verdad. Algunos tienen otros
objetivos en la vida. En lugar de la
verdad, buscan el placer, la plata, o el poder.
Estas personas no podrían apreciar la
gloria de Dios en Jesucristo si lo encontraran.
Pensarían en su sacrificio como locura, en su simplicidad como falta de
éxito, y en su humildad como defecto personal.
En contraste, los magos regocijan cuando hallan a Jesús. El que va a sacrificarse para redimir al
mundo se encuentra como el hijo de carpintero.
No vive en un palacio sino una casa ordinaria. Como Simeón en el evangelio según San Lucas,
los magos ven en el rostro del niño Jesús la luz a todas naciones.
Muchos jóvenes hoy en día se consideran a
sí mismo como buscadores. No quieren
declararse como practicantes de religión.
Despiden el catolicismo como petrificado con reglas y costumbres
antiguas. Piensan en su moral como
caducada y los sacramentos como innecesarios. Quieren creencias en conforme con
la verdad del yo, del medioambiente, y de la igualdad entre todas
personas. Sin embargo, si investigaran
la realidad a sus raíces, como los magos, encontrarían la verdad que buscan en
Jesús.
Jesús ya no vive en una casa de Belén sino
en la Iglesia que él fundó. Es para nosotros, miembros de esa Iglesia, a
mostrar a los jóvenes su autenticidad.
Tenemos que demostrarles que las reglas y costumbres no son impedimentos
de la verdad sino vínculos. Nos conectan
con los magos del primer siglo y los santos a través de la historia. Más al caso, nos ponen en contacto con
Jesucristo, rey de los judíos y luz a las naciones.
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