LA FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
(Isaías
42:1-4.6-7; Hechos 10:34-38; Lucas 3:15-16.21-22)
Hay
diferentes opciones para la primer y la segunda lectura de la misa hoy. Los que hemos escuchado recalcan el tema de
la misión. Junto con el evangelio, nos
dan un sentido de la misión que Jesús ha llevado en el mundo.
La primera
lectura proviene del primer Canto del Siervo encontrado en el Libro del Profeta
Isaías. Leemos los cuatro Cantos del
Siervo durante la Semana Santa porque el siervo anónimo prefigura al Cristo
doliente. El primer canto indica que el
siervo será una "luz a las naciones" por demostrar la justicia de
Dios. Su misión para hacer el bien por
todos sin lastimar a nadie brindará la paz al mundo.
El
evangelio hoy hace hincapié en la presencia del Espíritu Santo a Jesús después
su bautismo. Ya tiene los medios para
cumplir la profecía que Simeón hizo en el Templo: que Jesús es “luz de las
naciones”. Por la mayor parte, pero no
completamente, la misión de Jesús será limitado a los judíos. Sin embargo, sus discípulos llevarán su
Espíritu a todas partes del mundo.
Los Hechos
de los Apóstoles cuentan del comienzo de la acción misionera al mundo de parte
de los cristianos. La lectura de los
Hechos hoy muestra a Pedro predicando a Cornelio, un no judío, en Cesarea al
norte de Israel. Impulsado por el
Espíritu Santo, Pedro ha dejado a Jerusalén para comenzar la misión a los
griegos. Su mensaje es la paz entre las
naciones por medio de Jesucristo que murió por todos.
Somos
bautizados en el mismo Espíritu que Jesús dejó a sus discípulos. Debemos preguntar: ¿Qué es nuestra
misión? ¿A quiénes hemos sido enviados?
Ciertamente, no somos bautizados simplemente para que alcancemos la vida
eterna. Pues, es precisamente en cumplir
la misión de Jesús que merecemos ver el Reino de Dios.
En primer
lugar, estamos enviados a nuestras familias y comunidades para enseñarles la
justicia. Las madres que cuentan a sus
hijos que siempre hagan la cosa justa, que no importa lo que hagan los demás,
están cumpliendo la misión de Jesús. Por
supuesto, nuestros consejos se probarán vacíos si no demostramos la justicia en
cada una de nuestras acciones, aun aquellas no vistas por nadie. En la película destacando la vida de Santo
Tomás Moro, el protagonista dice a un joven ambicioso que podría ser un maestro
excelente. Desilusiona con el consejo,
el joven responde a Moro: “¿Y quién se dará cuenta de mi servicio?” El santo le replica: “Tus estudiantes, tú
mismo, y Dios: no es mala audiencia”. A
propósito, Moro siempre hizo lo justo hasta aceptar el martirio por no asentir a una ley declarando el rey como jefe de la Iglesia en Inglaterra.
Es muy
posible que nunca tengamos la oportunidad de ser misioneros al extranjero como
San Pablo. Pero esto no quiere decir que
no tengamos una misión. Viviendo la
justicia y enseñando a los demás cómo hacerlo constituyen una misión necesaria
como es ir a la África para evangelizar.
Cristo nos ha impartido el Espíritu Santo para que la cumplamos bien.