LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
(Isaías
60:1-6; Efesios 3:2-3.5-6; Mateo 2:1-12)
Algo
extraño ocurrió en el primer siglo. Por
lo menos muchos cristianos ven el caso así.
Después de que Jesús murió y resucitó, los apóstoles lo predicaron como
el “Señor” a su propio pueblo. Muchos
judíos comenzaron a creer en él pero muchos más rechazaron la idea. Sin embargo, los no judíos aceptaban la fe en
Jesucristo en números crecientes. Mateo,
el evangelista, quería demostrar en su obra esta reversión de expectativas. De algún modo tenía un reporte de magos
visitando la casa de José al nacimiento de Jesús. Lo describió la visita como previsión del
rechazo de parte de los judíos y la aceptación de parte de los no judíos que
ocurrieron muchos años después.
Siendo
no judíos, los magos sólo tienen la revelación de la naturaleza – la estrella –
para guiarlos al “rey de los judíos”. Pero
los judíos poseen las Escrituras de Dios para saber dónde iba a nacer el
mesías. Cuando reciben la información de
ellos, los magos pueden completar su viaje.
Le dan homenaje como muchos no judíos harán veintenas de años
después. Después, se advierten por medio
de un sueño no volver a Herodes y los líderes de pueblo judío. Este bando pondría al niño Jesús a muerto
como sus sucesores lograrán en triente años.
Los
judíos no aceptaron a Jesús como su salvador.
Sin duda se puede atribuir el rechazo a diferentes motivos, ambos
benignos y malvados. Algunos de sus
líderes no querían examinar la vida y las enseñanzas de Jesús por razones de
poder. Teniendo autoridad, ellos querían
mantener sus puestos de respeto aun si abandonaran la verdad. Otros judíos sólo seguían lo que decían esos
líderes sobre la Ley judía.
Lo
importante para nosotros es que no rechacemos a Jesús como nuestro Salvador. Aun si acudimos a la misa todo domingo,
podemos hacerlo. Pues Jesús constantemente
nos exhorta en el evangelio a hacer buenas obras. Hemos de visitar a los enfermos y educar en
la virtud a los que no la saben. Estos
son los mejores regalos que podemos ofrecer al Rey Jesús. Como los magos lo ofrecen oro, incienso y mirra,
que nuestros ofrecimientos sean actos de caridad. Son lo que va a exigir de sus seguidores en
treinta años.