Homilia para el sábado, 24 de febrero de 2007

(Isaías 58)

“Dios primero,” decimos con orgullo. Pero ¿qué es lo que quiere decir “Dios primero”? ¿Que Dios es el primero de existir? O ¿que primero aportamos la Iglesia con nuestro salario? En la primera lectura Isaías nos provee algunas pistas para entender el significado de “Dios primero.”

Según el profeta Dios quiere, en primer lugar, que no maltratemos a nadie. Ni por palabra ni por acción debemos dejar a otra persona devastada. He escuchado a una mujer casada burlarse de una soltera por no haber conseguido a un esposo. Fue un golpe con machete -- completamente injusto. En segundo lugar, Dios quiere que reservemos un día cada semana para Él. Será un día para rezar en gracias por Su bondad. También, será un tiempo para apreciar Su creación, sobre todo a los parientes y amigos con que Él nos ha bendecido. Por los judíos, el día del Señor es sábado, el día en que Dios descansó del trabajo de la creación. Para nosotros cristianos es el día domingo. En este día Dios se mostró como el Salvador del mundo por levantar a Cristo de la muerte.

Hace diez años el papa Juan Pablo Segundo escribió una carta a los fieles intitulado “El Día del Señor.” En esta obra el papa lamenta la tendencia moderna para poner la atención en las actividades del fin de semana. Más bien, escribe el papa, deberíamos poner a Dios primero el día domingo. Por participar en la misa, por compartir con la familia en la mesa, y por volver de trabajo para apreciar la naturaleza Lo alzamos como la fuente y el fin de nuestra vida.

Homilia para viernes, 23 de febrero de 2007

Viernes después de Miércoles de Ceniza

(Isaías 58)

Varias veces el Señor César Chávez ayunó. Si recuerdo bien, él no pidió que otras personas le acompañaran en el sacrificio. Sólo quería purificarse a sí mismo. Sabía que el ayuno le ayudara a uno enfocar en sus objetivos. No hay distracciones de los deleites de la mesa para llamar la atención. Más bien, el sentido de vaciedad pone en relieve la causa particular.

El profeta Isaías regaña a Israel en la lectura hoy por no ayunar bien. El ayuno debe recordar a la gente de la prioridad principal, que siempre es Dios. Sin embargo, Israel se aprovecha del ayunar para ganar plata. Es como si tuviéramos cincuenta pesos para comprar abarrotes, y los gastamos en la lotería.

La Cuaresma llama a la Iglesia a ayunar. Las cenizas de Miércoles de Ceniza nos recuerdan que somos pecadores. Nos interrogan, “¿Qué van a hacer acerca de sus delitos?” Respondemos con el ayuno. Vamos a volvernos de gratificar nuestros antojos para fijarnos en el Señor. Primero, dejamos de comer carne el día viernes y de tomar más de necesario todos los días. Segundo, tratamos a todos con deliberada justicia. De esta manera enfocamos en Dios como nuestra meta.

Homilia para el jueves, 22 de febrero de 2007

La Fiesta de la Cátedra de San Pedro

(Mateo 16)

En Roma se nota cómo la ascendencia del papado coincide con la descendencia del emperio romano. Después del emperador Constantino en el cuarto siglo los emperadores gradualmente perdieron su poder. Entretanto, los papas recogieron su autoridad sobre al menos la vida espiritual del pueblo. Ahora se reconoce Roma más cómo la sede del papa que la del Presidente de Italia.

Podemos ver la raíz de la autoridad del papado en el evangelio hoy. No es sólo el hecho que Pedro pueda identificar a Jesús como el Hijo de Dios. Los demonios en el evangelio también lo reconocen así. Más al caso, Jesús señala que su Padre Dios le ha revelado a Pedro el conocimiento. Creemos que el papa, el sucesor de Pedro, tiene la ayuda particular de Dios para desempeñar las responsabilidades de su oficio.

Hoy día deberíamos estar agradecidos que tenemos a uno que habla por toda la Iglesia. Las otras grandes religiones – Protestantismo, Judaísmo, Islam – no lo tienen. Por esta razón nosotros podemos decir con confianza que la Iglesia enseña en las grandes cuestiones del tiempo. Sabemos, por ejemplo, que el matrimonio es sólo la unión entre un hombre y una mujer porque el papa Benedicto lo ha pronunciado así. Al otro lado, los protestantes y los judíos andan con dudas acerca del "matrimonio homosexual" porque no pueden referirse a una fuente central.