HOMILÍA PARA EL DOMINGO, 1 DE ABRIL DE 2007

DOMINGO DE RAMOS

(Lucas 19 and Lucas 22-23)

EN LA BENDICIÓN DE LOS RAMOS
Cuando hablamos del “día D,” ¿qué significa la letra “D”? La verdad es solamente “día.” Pero para mucha gente “el día D” significa la gran invasión de Francia por las naciones aliadas en la Segunda Guerra Mundial. Casi tres millones de tropas participaron en el ataque. Tan grande como fuera, no puede ser más significativa que la entrada de Jesús a Jerusalén. Ya está para hacer frente al diablo en la gran batalla para el alma del humano. Jesús morirá para liberar a nosotros del pecado. Con mucha razón sus discípulos ya gritan, “Bendito el que viene como rey.” Todos sus seguidores van a ganar la gloria por la victoria de Jesús sobre el pecado en la cruz.

HOMILÍA PARA LA MISA
Oberammagau no es marca de cerveza. Es un pueblo en el sur de Alemania. Cada diez años los poblanos allá montan un drama de la pasión de Cristo. Pero no tenemos que ir a Europa ni esperar el decenario para ver la historia de nuestra salvación. Se hace el drama también en todas las parroquias de Latinoamérica. Y acabamos a hacer un tipo del drama por nuestra lectura de la pasión en partes.

Como todo drama, la pasión de Cristo invita al espectador a identificarse con los personajes. ¿Con los cuáles podríamos compararnos? ¿Podríamos identificarnos con Pedro? Él niega a Cristo para evitar problemas. Tal vez nos escandale este comportamiento. Pero ¿no es semejante a nuestras mentiras? Echamos mentiras para que no tengamos dificultades. Además, nuestras mentiras niegan a Jesús que nos enseña que el engaño es impuro (Mc 7, 21). Si nos identificamos con Pedro, que esperemos que nos veamos a nosotros también como la gente de Jerusalén. Después de la muerte de Jesús, ellos regresan a casa dándose golpes de pecho. Reconocen sus faltas para hacer enmiendas.

Tal vez no nos ocurra a vernos como los líderes judíos burlándose de Jesús crucificado. Pero ¿no es que mostremos prejuicio contra los negros, los indígenas, y los judíos. Jesús se identifica con los primeros grupos cuando dice “todo lo que hicieron por uno de estos … más humildes por mí mismo lo hicieron.” Y Jesús mismo es judío. La próxima vez que nos encontremos a nosotros mostrando prejuicio o criticando no necesariamente, que hagamos lo que hace el malhechor al lado de Jesús en la cruz. Que llamemos a Jesús por nombre pidiendo su auxilio.

No le gustaría a nadie identificarse con Pilato. Aunque dice que Jesús es inocente, él está dispuesto a tenerlo castigado y en fin lo entrega para crucifixión. Hacemos lo equivalente cuando damos espalda a la injusticia por razón de conveniencia. Si hemos actuado como Pilato en el pasado, que actuemos como Jesús en el futuro. Él siempre pone confianza en Dios. En el Monte de Olivos y en la cruz él entrega su destino a su Padre aunque le cueste la vida.

La pasión de Jesús como todo drama tiene a ambos héroes y malvados. Desafortunadamente en verdad tenemos que identificarnos con los malvados. Sin embargo, el empeño de la Semana Santa es convertirnos en héroes. Lo haremos por hacer caso a las lecturas, por reflexionar intensamente en nuestras propias vidas, y por aprovecharnos de la Reconciliación y la Eucaristía. Por lo tanto, el drama que realizamos esta semana no sólo es la historia de Jesús. También es el hacer o el deshacer de cada uno de nosotros.

Homilía para el sábado, el 3 de marzo

(Mateo 5)

A veces pensamos, ¿cómo puedo amar a mi enemigo? No quiero estar con él. Además, él me ha rechazado a mí. No nos hablamos mucho menos nos sacudimos la mano.

Pero el Señor nos provee la clave. Podemos amar al enemigo por rezar por él. No rezamos que él se caiga muerto pero que se convierta a la verdad y la buena voluntad. Una vez me dijo el padre de un joven que fue asesinado que todas las noches rezaba con el asesino.

Sin embargo, es preciso que recemos por nosotros también. Como en el caso de nuestro enemigo, rezamos que nos convirtamos a la verdad y la buena voluntad. No somos perfectos como el Señor nos quiere que seamos. Por eso, tenemos que rezar para la ayuda del Espíritu Santo. A lo mejor, en el proceso de convertirnos vamos a ver que no siempre hemos sido justos hacia el enemigo. Asimismo, vamos a ver que el enemigo no siempre ha sido injusto con nosotros.
El Viernes, 2 de marzo de 2007

(Mateo 5)

Cuando los colonos de Inglaterra estaban por establecer la colonia de Boston, su líder John Winthrop hizo un discurso famoso. Dijo en el barco antes de aterrarse que la colonia sería como “una ciudad en un cerro” que todo el mundo vea. Por esa razón todos tendrían que esforzarse para vivir rectamente. Imploró la cooperación en todo. No se debían encontrar robos ni pleitos porque querían dar a otros pueblos una buena impresión de la nueva colonia y de su Dios.

La inspiración del discurso fue el Sermón del Monte de Jesús. En la parte del mismo Sermón que tenemos en la lectura hoy, Jesús recalca la necesidad de la civilidad entre sus discípulos. Tienen que cuidarse particularmente en los desacuerdos. El enojo sería interrogado. Si resulta en insulto, sería llevado a la corte para un juicio. Si desemboca en maldición, puede ser castigado por el exilio. Su ejemplo llama la atención. Dice el Señor que es mejor reconciliarse con una persona que se ha ofendido que ofrecer sacrificios en el altar.

Nosotros aquí somos discípulos de Jesús. Por eso debemos tratar a todos, y particularmente a uno y otro, con respeto. Hay una historia que muestra esto. Pasó que un monasterio en el medio del bosque tenía problemas. Los monjes no se acordaban bien entre sí. Y no había habido novicios por años. Un día un rabí judío llegó al monasterio. En poco tiempo se dio cuenta del problema y dijo a todos individualmente que el Mesías ha llegado y está escondiéndose entre los monjes. Inmediatamente el ambiente se cambió. Todos los monjes, no seguros exactamente quien era el Mesías, trataron a uno y otro con mayor cuidado. Un poco después los novicios comenzaron a llegar al monasterio. Por años y años todos vivían en paz y armonía.