Homilía para el sábado, el 3 de marzo

(Mateo 5)

A veces pensamos, ¿cómo puedo amar a mi enemigo? No quiero estar con él. Además, él me ha rechazado a mí. No nos hablamos mucho menos nos sacudimos la mano.

Pero el Señor nos provee la clave. Podemos amar al enemigo por rezar por él. No rezamos que él se caiga muerto pero que se convierta a la verdad y la buena voluntad. Una vez me dijo el padre de un joven que fue asesinado que todas las noches rezaba con el asesino.

Sin embargo, es preciso que recemos por nosotros también. Como en el caso de nuestro enemigo, rezamos que nos convirtamos a la verdad y la buena voluntad. No somos perfectos como el Señor nos quiere que seamos. Por eso, tenemos que rezar para la ayuda del Espíritu Santo. A lo mejor, en el proceso de convertirnos vamos a ver que no siempre hemos sido justos hacia el enemigo. Asimismo, vamos a ver que el enemigo no siempre ha sido injusto con nosotros.

No hay comentarios.: