El domingo, 1 de julio de 2012

EL XII DOMINGO ORDINARIO

(Sabiduría 1:13-15.2:23-24; II Corintios 8:7.9.13-15; Marcos 5:21-43)

Los Peregrinos nos dieron el Día de Acción de Gracias.  Pero apenas vinieron al nuevo mundo para festejarse.  No, llegaron a Massachusetts buscando la libertad religiosa.  Como secta acosada en su nativa Inglaterra, los Peregrinos emigraron primero a Holanda entonces a Norteamérica.  Unos catorce años después algunos católicos y protestantes llegaron juntos a la colonia de Maryland para el mismo fin.  Querían establecer una sociedad donde las diferentes religiones vivieran en paz.  Eventualmente la libertad religiosa fue instituida como la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.

Por eso, parece raro que el gobierno actual de los Estados Unidos querría restringir la libertad de la Iglesia Católica.  Pero en una decisión administrativa el Presidente Obama recientemente declaró que la Iglesia tiene que incluir la cubertura de servicios anticonceptivos en los seguros para sus empleados.  Fíjense que la Iglesia no está en contra de seguros médicos mandatos por el gobierno.  Al contrario, apoyaban la propuesta hasta que el gobierno incluyera algunos servicios abortivos en la legislación.  Ahora los obispos se oponen la decisión del Presidente Obama porque significaría que financien algo inmoral.  Es como ser forzado a financiar un servicio de termitas que destruirán su propia casa.

Pero ¿no es que la mayoría de las parejas católicas se aprovechen de los anticonceptivos?  Desgraciadamente la respuesta es “sí” y por eso los católicos sufren aproximadamente el mismo índice de divorcios como el resto del país.  Pero los matrimonios que utilizan la planificación natural cuando es necesario limitar el número de hijos experimentan un mínimo de divorcios.  Porque las parejas se dependen de uno y otro tanto como de Dios, sus relaciones son más estables y, por ende, más felices.

Dicen algunos que es una pequeña cosa el exigir que la Iglesia provea seguros para anticonceptivos.  Sin embargo, como el pago de rescate a los secuestradores en México este abuso puede desembocarse en un torrente de ultrajes.  Es posible que en el futuro les vayan a mandar a los ministros de la Iglesia que casen a parejas gay, que los médicos católicos practiquen el aborto, y que las parroquias no promuevan ningún servicio a los indocumentados. Aún más importante, la Iglesia tiene que evitar la participación en el mal. Como dice san Pedro en los Hechos de los Apóstoles, “Hay que obedecer a Dios antes de que a los hombres” (5,29).

En el evangelio Jesús se muestra como preocupado particularmente por las mujeres.  Sana a la mujer sufriendo no sólo de derrame de sangre sino también del maltrato de los médicos.  También despierta a la niña del sueño de la muerte.  En su propio modo la Iglesia imita la compasión de Jesús aquí.  Por mantenerse firme contra el aborto la Iglesia está contrarrestando la tendencia de destruir los fetos femeninos más que los masculinos.  Asimismo por oponerse al uso de anticonceptivos la Iglesia está apoyando a las mujeres que resisten a ser explotadas como objetos de placer.

Disparar cohetes en el cuatro de julio es más que un modo de festejarse.  Los cohetes recuerdan como la bandera de los Estados Unidos se mantuvo alzada durante el ataque por los ingleses contra la fortaleza McHenry en la Guerra de 1812.  La bandera de los Estados Unidos siempre ha simbolizado la libertad, primero de la religión, entonces de ser explotados por diferentes ultrajes.  Recientemente se ha bajado la bandera en esta cuestión de forzar la Iglesia financiar los anticonceptivos.  Esperamos que no sea por mucho tiempo.  Que la bandera de los Estados Unidos se alce alta de nuevo.  Que se alce alta por la libertad religiosa.

El domingo, 24 de junio de 2012


Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista



(Isaías 49:1-6; Hechos 13:22-26; Lucas 1:57-66.80)

En seis semanas ¿dónde estaremos?  Tenemos que pensar un poco.  A lo mejor no podemos responder con certeza. En seis meses ¿dónde estaremos?  En este caso nuestros paraderos no serán tan difíciles de predecir.  Pues seis meses de hoy es la vigilia de Navidad y estaremos con nuestros seres queridos.   A lo mejor nos reuniremos en la case de nuestros padres.  O tal vez este año hagamos las vacaciones de sueños pasando la Navidad con la familia en Cancún.

Celebramos el nacimiento de san Juan Bautista seis meses antes del nacimiento de Cristo porque el ángel Gabriel aparece a la virgen María cuando Isabel está en su sexto mes embarazada.  ¿Cómo se determina que el nacimiento de Juan ocurre en junio y lo de Jesús en diciembre?  Los evangelios no dan ninguna evidencia directa.  Sin embargo, en san Juan se describe Jesús como “la luz de las tinieblas” (1,5) y no hay tinieblas más profundas que en los finales de diciembre (eso es, en el hemisferio norteño).  Similarmente en el evangelio según san Juan, el Bautista dice: “Es necesario que Jesús crezca y que yo disminuya” (3,30).  En estos últimos días de junio la luz del sol comienza a menguar.

El evangelio hoy cuenta del nombramiento del Bautista.  Zacarías, su padre, le pone el nombre “Juan” a pesar de que ni él ni, en toda probabilidad, ningún otro miembro de su familia ha llevado este nombre.  “Juan” significa decir “El Señor ha mostrado el favor.” Y ciertamente ambos Zacarías e Isabel sienten favorecidos por dar luz a un hijo en su vejez.  Sin embargo, el hecho de un nombre apto pero inesperado no explica la maravilla del momento.  La gente queda temerosa porque de repente le ha vuelto a Zacarías su voz.  Quedaba mudo por no creer al ángel Gabriel cuando le dijo que Isabel iba a tener a un hijo a lo cual se le pondría el nombre Juan.  Ahora muestra su fe en Dios por obedecer las instrucciones del ángel acerca del poner el nombre indicado.

La palabra “obedecer” viene de dos palabras latinas “ob” y “audire” que significa escuchar.  La persona que obedezca escucha bien la verdad que el líder dice.  Cuando los maestros nos dijeron que siempre es malo mentir, escuchamos no tanto una regla sino una verdad: la mentira crea un ambiente de desconfianza.  Como el aire contaminado por el humo de la quema del carbón, el ambiente infectado con mentiras eventualmente se pone no digno de la vida.  Las religiosas de los Estados Unidos ya tienen que escuchar bien a la jerarquía de la Iglesia.  No son personas sueltas sino miembros del cuerpo de Cristo que se esfuerza para mantener la unidad en mente y corazón. Los obispos también tienen que obedecer.  Podrían ahorrarse de mucha molestia por pagar los seguros para anticonceptivos que el presidente Obama está exigiendo.  Pero sería traicionar la voz de Dios en sus conciencias prohibiendo la cooperación con el mal. 

El evangelio hoy termina con Juan en el desierto.  Allí se viste de piel de camello.  Grita a la gente como su conciencia: “Arrepiéntanse". Que lo escuchemos bien.  Que seamos unidos de mente y de corazón.  Es necesario que seamos unidos.

El domingo, 17 de junio de 2012

El XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

(Ezequiel 17:22-24; I Corintios 5:6-10; Marcos 4:26-34)

El joven siempre tenía un grupito alrededor de él.  Dondequiera vaya, le fascinaba a la gente con sus historias.  Era paracaidista, y la gente quería saber cómo es saltar de un avión al aire libre.  Asimismo, en el evangelio Jesús llama la atención de la multitud.  Pues le levanta la esperanza con sus cuentos del Reino de Dios.

 El Reino de Dios es la realización de la soberanía del bien sobre las fuerzas del mal.  Es cuando la solidaridad transforma la codicia en el empeño para eliminar la pobreza extrema.  Es cuando la conciencia mueve a las jóvenes embarazadas a no abortar a sus niños. Es cuando la ciencia inventa curas para enfermedades que quiten la vida.  Dice Jesús que el Reino se realiza misteriosamente como lo que sucede cuando la semilla cae en la tierra.  De alguna manera germina, crece, y produce fruto.  Entonces la cosecha se vuelve dorada para nutrir a millones de personas.


También el Señor compara el Reino con la cosa más insignificante que se hace un beneficio para todos.  Es como el grano pequeño de mostaza se desarrolla en un arbusto tan grande que dé hospedaje a varios tipos de pájaros.  Así bajo del Reino de Dios diferentes gentes florecen.  Es como las comunidades de la Arca donde los sanos conviven con los severamente discapacitados – los fuertes mostrando la compasión y los débiles, en torno, la paciencia.  Es la promesa de los Estados Unidos en cuyo puerto principal la Estatua de Libertad proclama al mundo: “¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres, vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad…!”


No se puede decir que el Reino dependa del esfuerzo humano.  Pues, es de Dios, y Dios va a establecerlo definitivamente cuando Él quiera.  Sin embargo, Jesús señala que Dios se aprovecha de los hombres para preparar el mundo para recibirlo.  Dice: “… un hombre siembra la semilla…” y también “…el hombre echa mano a la hoz.”  Ahora honramos a nuestros padres por su parte en prepararnos a experimentar el Reino de Dios.  Un hombre escribe cómo su padre, un florero, le enseñó los valores del Reino.  Cuenta que un día cerca de Navidad un vecino vino a la florería para comprar una corona navideña, pero le faltaba suficiente dinero.  El florero le aseguró que estaba bien.  Dijo: “Pepe, me pagas cuando puedas”.  Después el hijo se quejó que su padre regaló la corona que él (el hijo) había fabricado.  El mayor le replicó: “Aprenderás algún día que no es el dinero que cuenta en los ojos de Dios, es la gente”.

Ciertamente queremos agradecerles a nuestros padres hoy por prepararnos a acoger el Reino de Dios.  Sin embargo, nuestro tributo sería anémico si no está acompañado por  nuestro empeño para pasar adelante los valores del Reino.  Otro escritor alaba a su padre por haber seguido su conciencia cuando le costaba bastante.  Elabora una lista de sacrificios que incluye ayudar a los campesinos en México recuperar de un huracán y marchar por los derechos civiles con el Dr. Martin Luther King.  Al tiempo del escribir el padre está viejo y el hombre sabe que pronto le toca a él alzar la bandera de la justicia.  Espera que sus propios hijos escuchen la voz de Dios dando eco al mismo mensaje en sus conciencias.

A lo mejor el regalo preferido este Día de Padre es el IPad.  Algunos lo alaban como si solo preparara el mundo para el Reino de Dios.  Sin embargo, el IPad no es lo que los padres más quieren.  No, al menos los padres cristianos quieren ver algo más grande.  Más que el IPad o cualquiera otra cosa, los padres quieren ver a sus hijos crecer en los ojos de Dios.  Quieren que sus hijos sean grandes en los ojos de Dios. 

El domingo, 10 de junio de 2012

LA SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

(Éxodo 24:3-8; Hebreos 9:11-15; Marcos 14:12-16.22-26)

El otro día se anunció la supuesta fecha exacta de la crucifixión del Señor.  Según el reportaje Jesús murió en el 3 de abril del año 33 d.C.  Se basa esta fecha en el dato que da el evangelio según san Mateo acerca de un terremoto inmediatamente después de que Jesús expiró.  Pero ¿Mateo entiende el terremoto como un evento histórico?  A lo mejor el evangelio quiere decir que el mundo fue sacudido figurativamente por la muerte de su salvador.  Bueno, en el evangelio hoy tenemos otra incidencia de un hecho histórico dando paso a la verdad de nuestra salvación.

 Escribe san Marcos que Jesús manda a sus discípulos a preparar la cena de Pascua.  Sin embargo, el evangelio según san Juan señala que la “última cena” tiene lugar el día antes de la Pascua y que Jesús muere cuando los corderos de Pascua están siendo degollados.  ¿Cuál de los dos relatos tiene razón?  Los eruditos han discutido esta cuestión por siglos sin conclusión definitiva.  Pero realmente no importa porque los dos relatos llegan al mismo fin que vamos a ver pronto.  Es como cuando en la confesión el sacerdote nos pregunta cuando cometimos un pecado y no recordamos si fue hace dos meses o tres.  La desgracia de haber pecado es  solo lo que tiene relevancia.

 De hecho podemos decir que Jesús ha venido para aliviarnos del pecado.  La trayectoria del evento – su encarnación, su ministerio y ya su cumplimiento -- fue planeado por Dios desde el principio.  Por eso, Jesús puede precisar todo lo que va a ocurrir cuando envía a sus discípulos: “Vayan…encontrarán…síganlo y díganle…y él les enseñará”.  El hecho que Jesús sabe en adelantado todo lo que pasará atestigua su cercanía con Dios Padre.

 El desarrollo de esta parte del plan de Dios culmina en la cena cuando Jesús toma el pan.  Una vez más se precisa lo que tiene lugar: lo toma, pronuncia la bendición, lo parte y lo da “a sus discípulos diciendo: ‘Tomen: esto es mi cuerpo’”.  Sea en la cena acostumbrada de la Pascua o sea en una Pascua anticipada, Jesús está transformando el significado del evento para sus discípulos.  No más les va a significar la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto con el sacrificio de un cordero degollado.  No, de ahora en adelante sus seguidores van a estar celebrando la Pascua como su salvación del pecado por Jesús crucificado.  Cuando consumimos este pan transformado en él, nos asume en su cuerpo libre de egoísmo.  Ya podemos vivir sin mentiras, codicias, y odios.

 Pero ¿cómo vamos a dejar para atrás la tendencia de tergiversar la realidad por nuestros intereses?   ¿Cómo vamos a vencer los deseos materialistas que surgen en nuestro ser como  un potro bronco?  Y ¿cómo vamos a amar a personas que nos desprecian?  Bueno, para superar el mal y crecer en la virtud tenemos que someternos a la tutela de Jesús.  Eso es, tenemos que meditar sobre sus enseñanzas, imitar sus modos, y orar que nos mande al Espíritu Santo.  Lizzie Velásquez ha terminado este curso con resultados espectaculares.  Una vez llamada “la mujer más fea en el mundo” porque una enfermedad le deja pura piel y huesos, Lizzie ha superado la tentación de la venganza.  Ni tiene resentimiento a Dios.  Al contrario, dice que su enfermedad es una bendición de Dios porque le hace consciente que la verdadera belleza no es externa sino interna, la conformidad del alma con lo bueno.  Cuando los discípulos beben de la misma copa de vino que Jesús declara como su sangre, se comprometen a seguir a él como Lizzie Velásquez.  Es la misma sangre que tomamos y el mismo compromiso que hacemos en la Eucaristía.

 "Somos el Cuerpo de Cristo”, cantamos bilingüemente. Somos mujeres y hombres; latinos, asiáticos, africanos y americanos; mayores, jóvenes, y niños. Superamos la tentación de la venganza. Vivimos sin mentiras. Oramos que a Jesús nos mande al Espíritu Santo. Somos el Cuerpo de Cristo.