El domingo, 5 de mayo de 2013

EL SEXTO DOMINGO DE PASCUA

(Hechos 15:1-2.22-29; Apocalipsis 21:10-14.22-23; Juan 14:23-29)


El actor Mel Gibson estrenó “Apocalíptico” hace siete años.  La película muestra las relaciones entre los indígenas de Centroamérica hace 500 años.  Los guerreros de la tribu dominante toman presos a los hombres de otra tribu.  Están en el proceso de matar a sus cautivos cuando uno logra a escapar.  En el perseguimiento del fugitivo los malvados encuentran a los conquistadores españoles que se harán su ruina.  “Apocalíptico” es instancia del género de historias llamado por el mismo nombre muy corriente en el tiempo de Jesús.

Apocalíptico significa la revelación.  Pretende descubrir el futuro por una visión sobrenatural a la gente que ha perdido la esperanza.  Historias apocalípticas muestran cómo Dios irrumpirá personalmente para salvar a los buenos.  En el Antiguo Testamento el libro del profeta Daniel es por una gran parte apocalíptico.  En el Nuevo Testamento tenemos el libro de la Apocalipsis.  Leemos de la Apocalipsis en el tiempo de Pascua para destacar la victoria de Jesucristo sobre las fuerzas del mal.    

Muchos erróneamente buscan referencias en los personajes y eventos de la Apocalipsis a los sucesos del mundo actual.  Dirán que un Osama bin Ladin es quien se le refiere la bestia con el triple seis.  Asimismo, señalarán que ultrajes como el bombardeo en Boston hace poco representan la venida de la lucha final.  Sin embargo, estaríamos decepcionados si pensamos que el mundo es para acabarse.  La Apocalipsis no nos enseña el porvenir tanto como nos advierte de los tropiezos que existen en nuestro medio.

Al principio de la obra el vidente Juan ve los contenidos de las cartas dictadas por Cristo a siete iglesias de Asia menor.  El Señor elogia a algunas iglesias y critica a otras pero aconseja a todas que enfrenten los retos arrepintiéndose del mal y manteniéndosele fieles.  Los retos son básicamente tres: las persecuciones, las herejías, y la tibieza en la práctica de la religión.  Muchos nosotros no experimentamos la persecución hoy.  Pero los cristianos en Siria, Egipto, y Pakistán encuentran a veces la amenaza a la vida.  En Francia no se puede llevar una cruz a la escuela pública.  Y, dicen algunos, en tiempo los cristianos de los Estados Unidos serán acosados así.

La herejía más tajante de nuestro tiempo es el abandono de la Iglesia como la fuente de la salvación.  Eso es, muchos creen la sofistería que dice no es necesario ser religioso si la persona es espiritual.  Pero Dios se ha revelado a sí mismo a un pueblo; es entre la comunidad que mostramos el amor; y la Iglesia guarda los sacramentos que nos apoyan en la búsqueda de la santidad.  Sin embargo, el tropiezo más amenazante hoy día es la tibieza, eso es la indiferencia hacia Cristo.  En los Estados Unidos más que tres cuartos de los católicos no asisten regularmente en la misa dominical.  Varios jóvenes tampoco ven la incompatibilidad de tener relaciones íntimas fuera del matrimonio con la recepción de la Santa Comunión.

La lectura de la Apocalipsis hoy nos asegura que los fieles a Cristo no van a ser desilusionados.  Más bien, van a entrar en la presencia de Dios al final de los tiempos cuando el mundo actual con todas sus inmundicias sea destruido.  En la nueva Jerusalén todos vivirán en la harmonía con Cristo en su medio.  No deberíamos dudar esta eventualidad.  Pues, como Jesús resucitó de la muerte, así va a cumplir la conquista de todos los efectos del pecado.

De vez en cuando cada uno de nosotros tiene una noche mala.  Tal vez por haber comido demasiado nos encontramos desvelados.  La única cosa con que podemos contar es que el mundo no va a acabarse, que el lío no será nuestra ruina. Con tanta seguridad podemos pedir el apoyo de Cristo.  Él no va a dejarnos decepcionados.  Más bien va a guiarnos en la búsqueda de la santidad.  Podemos contar con Cristo.

El domingo, 28 de abril de 2013


QUINTO DOMINGO DE LA PASCUA

(Hechos 14:21-27; Apocalipsis 21:1-5; Juan 13:31-33.34-35)


Algunos lo han notado.  Pues, está mencionado en la misa domingo tras domingo.  En la mayoría de los casos este año leemos del Evangelio según San Lucas.  Al año próximo proclamaremos el Evangelio según San Mateo, y al año 2015 el Evangelio según San Marcos.  Entonces volveremos al Evangelio según San Lucas en 2016.  ¿Y cuándo leeremos el Evangelio según San Juan?  La Iglesia reserva este evangelio – su preferido --para tiempos particulares como la Pascua.  De hecho, la lectura evangélica hoy como la del domingo  pasado y la del domingo próximo provienen del Evangelio de Juan.

Si has pensado en el Evangelio según San Juan como distinto, no estarías solo en tu parecer.  Hay muchas características que distinguen este evangelio.  Por ejemplo, sólo en Juan reflexionará Jesús sobre su glorificación como lo hace en la lectura hoy.  Él pasará de la muerte en la cruz a la resurrección del sepulcro y, últimamente, a la derecha del Padre en el cielo.  Esta trayectoria resultará no sólo en su gloria sino también – y esto es otra distinción -- en nuestra.  Desde su puesto elevado él nos envía al Espíritu Santo para preservarnos del odio que contamina el mundo.

El Espíritu nos dispone a guardar el mandamiento del amor de que Jesús habla en la lectura.  Para el Evangelio según San Juan, el amor existe más en el nivel de hechos que en lo de sentimientos.  Eso es, el amor exige que vayamos más allá que buenos pensamientos hacia el otro al servicio para su bienestar como muestra Jesús cuando lava a los discípulos sus pies.  Es transportar al vecino al trabajo cuando se quiebre su carro o visitarlo cuando se interne.  Un hombre de la parroquia ha escuchado la llamada de llevar la Santa Comunión a un anciano en el asilo.  Respondió sin demora porque eso es lo que el amor le requiere.

Recientemente se le diagnosticó a un hombre con melanoma, el cáncer agresivo de piel.  Los doctores querían quitárselo inmediatamente.  Con igual prisa los fieles de su parroquia organizaron una oración y ayuno en solidaridad con su querido hermano en Cristo.  Este tipo de acción – positivo, fraterno, auto-sacrificial – muestra la novedad del “nuevo mandamiento” de Jesús.  Es cierto que Moisés en la Antigua Alianza dio a los israelitas el mandamiento de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19,18).  Pero los grandes mandamientos de esa alianza eran por la mayor parte prohibiciones, “No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano”; “No matarás”; etcétera.  Cristo, en cambio, presenta a sus discípulos la Nueva Alianza escrita en el corazón.  Esta alianza resalta los millones de modos que podemos actuar con amor.  Por eso, se llama la nueva ley alternativamente la ley de libertad.

En la lectura Jesús llama a sus compañeros, “mis hijitos”.  El uso del diminutivo expresa más que su afecto para ellos.  Señala que Jesús, como un padre emprendiendo un viaje, tiene algo a decir a sus discípulos antes de que les deje.  Como todos los padres, Jesús quiere que sus discípulos se mantengan en el amor durante su ausencia.  Este amor no sólo les garantiza la paz entre sí sino también atraerá a otros a su compañía.  Sigue hoy en día.  Una investigación reciente ha descubierto que la posibilidad de participar en comunidad y la amabilidad de la comunidad son los motivos más dados para integrarse y mantenerse en una parroquia.  Es cierto: cuanto más amamos a uno y otro, más compañeros tendremos. 

¿Qué hace girar el mundo?  Los científicos contestarán la gravedad; y los realistas, el dinero.  Pero nosotros dirán que nuestro mundo gira por el amor de Jesús.  Su amor nos impulsa a cuidar a uno y otro.  Su amor nos mantiene en la paz con todos.  Y su amor nos lleva a la gloria.

El domingo, 21 de abril de 2013

EL CUARTO DOMINGO DE PASCUA

(Hechos 13:14.43-52; Apocalipsis 7:9.14-17; Juan 10:27-30)


Se ven los vendedores de nieves en casi todos los barrios hispanos al día domingo.  Andan como reliquias del pasado en sus bicicletas con carritos anexos. Cada año en este cuarto domingo de Pascua encontramos otra imagen del pasado.  Siempre el evangelio de la misa nos presenta un retrato de Jesús como el buen pastor.

Algunos piensan en el buen pastor como encantador.  Les conforta la idea que viven bajo la protección de Jesús.  Sin embargo, muchos otros – sea conscientemente o no -- resienten la implicación de la imagen: si Jesús es pastor, entonces ellos son como ovejas ingenuas.  Pero prefieren considerarse como capaces de escoger por sí mismos los caminos que van a seguir. Como quisieran llevar tatús en sus brazos si les da la gana, quieren seguir las religiones que les interesen o ninguna religión.  Si son católicos, quieren cumplir sólo los mandatos que ellos piensen aptos en sus vidas. Esto es el mundo del relativismo en que nos encontramos hoy día.

Sin embargo, por toda la charla dada al individualismo, los seres humanos siguen patrones semejantes.  Casi todos se visten de bluyines.  Muchos escogen carreras que prometan la mayor riqueza posible en lugar de oportunidades de servir a los demás en modos significantes. Similarmente muchos caen en las mismas trampas diabólicas. La pornografía envenena las mentes de un gran número de personas y los prejuicios enredan a aún más.  En muchos casos estos tropiezos resultan en el fracaso y la vergüenza. Una investigación reciente ha descubierto que las personas que han visto una película clasificada X en el último año tienen una probabilidad de divorcio 25 por ciento más alta que los demás y son 13 por ciento menos probables de reclamar una vida feliz.

En el evangelio Jesús dice que nadie puede arrebatar sus ovejas de su mano.  Quiere decir que aquellos que lo siguen no van a tropezar sobre los escollos de placer, poder, plata, o prestigio.  Más bien, van a llevar un equilibrio que hace la vida digna.  Una vez una pareja dejó una pequeña fortuna a la caridad después de la muerte de los dos.  Explicó el hermano de la mujer que la pareja siempre vivía con modestia confiando en Dios y cumpliendo su ley. 

No es que los que siguen la llamada de Jesús pierdan la individualidad.  Al contrario, cada uno tiene su propia marca de santidad.  Uno logra la beatitud por ser soldado; otro por ser pacifista.  Uno lleva el afán para socorrer las necesidades de los pobres; otro, para educar a los jóvenes.  Aunque todos nosotros tenemos que buscar lo bueno y evitar lo malo, los modos de distinguirse en la virtud son infinitos.  Por lo tanto sería más justo a comparar la comunidad de discípulos de Jesús con un parque zoológico que un rebaño de ovejas.

En el evangelio Jesús dice que da a sus ovejas “la vida eterna”.  Pensamos en ella como una gran reunión celestial con parientes y amigos a la muerte.  Sin embargo, el papa Benedicto XVI – tan cumplido el teólogo que ha vivido en nuestros tiempos – dice no se puede describir con mucho detalle la vida eterna.  Según él, la vida eterna es como un “salto evolucionario” en la existencia.  Es vivir en la felicidad de la Santísima Trinidad donde no hay ni tristeza ni temor.  Es la capacidad de amar a todos por el bien que lleven y perdonar a todos sus faltas aunque nos hubieran lastimado. 

Tal vez no nos guste ser considerados como ovejas.  Pero que no olvidemos cómo Jesús no se opone a considerarse como cordero.  Es “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” – eso es, lo nuestro – en la cruz.  Por eso, como ovejas lo tenemos no sólo como pastor que nos guía sino también como hermano que nos salva.  Como ovejas tenemos a Jesús como hermano.

El domingo, , 14 de abril de 2013


EL TERCER DOMINGO DE PASCUA

(Hechos 5:27-32.40-41; Apocalipsis 5:11-14; Juan 21:1-19)


Las primeras palabras del Francisco I llamaron la atención.  Se refirió a sí mismo como “obispo de Roma”.  No quería enfatizar que es “papa”, el padre espiritual de la Iglesia antigua del Occidente.  Mucho menos deseaba ser considerado como el “vicario de Cristo”, como si algún hombre pudiera reemplazar al Hijo de Dios.  No, desde el principio ha querido identificarse con Pedro, el impulsivo y pecaminoso, pero últimamente fuerte, diligente, y amoroso futuro obispo de Roma que encontramos en el evangelio hoy.

Cuando describe a Simón Pedro llamando a sus compañeros a pescar, el evangelista tiene más en cuenta que enredar peces.  Pues, a través de los evangelios se usa la palabra pescar como símbolo para evangelizar.  Así el obispo de Roma tiene que liderar el empeño de llevar la buena noticia al mundo.  Simplemente por adoptar el nombre Francisco, el nuevo papa indica que va a tomar en serio esta responsabilidad.  Pues, además de ser conocido por su amor para los pobres, san Francisco de Asís era gran reformador espiritual.  En el siglo trece él implementó  una nueva manera de predicar.  No restringió a sus frailes a las iglesias sino les mandó a las calles para llegar a la gente común.  El papa Francisco reflejó los celos apostólicos de su patrono cuando habló a los sacerdotes en la misa del Santo Crisma del  Jueves Santo.  Les pidió que salieran a las periferias para encontrar a los pobres y los cautivos de malos patrones.

Como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio era conocido en las calles.  Se acostumbraba a tomar el bus y a celebrar la misa en los barrios bajos.  No tardó mucho una vez que se nombró papa para ir a donde los marginados residen.  Celebró la misa de la Cena del Señor el Jueves Santo con los jóvenes en un centro de detención.  A ellos también les impartió el mensaje de servicio a los demás.  Dijo que tienen que ayudar al uno y otro como Jesús nos enseñó cuando lavó los pies de los apóstoles.  Vemos un afán semejante al servir en Simón Pedro cuando se tira, plenamente vestido, al agua.  Parece que él quiere ser el primero en la fila para recibir órdenes del Señor. 

Pero antes de tomar el puesto que Jesús tiene en cuenta para él, Pedro tiene que probarse.  Tres veces Jesús le pregunta si le ama.  La insistencia de las preguntas le recuerda penosamente de su fracaso a reconocer a Jesús la noche antes de su muerte.  No es que el Señor sea indispuesto a perdonar, sino sabe cómo si uno va a servir bien a la comunidad de fe, tiene que basar el servicio en el amor, no en el pago y mucho menos en la adulación de la gente.  Por esta razón el papa Francisco no demora en describir su responsabilidad como presidir a todas las iglesias en la caridad.  Además les pide a todos a vivir la misma caridad.  En su mensaje “a Roma y al mundo” el Domingo de Pascua, declaró que la resurrección de Jesús nos ha transformado de la esclavitud del pecado a la libertad del amor.

¿Quién sabe si su deseo para mostrar el afecto a todos en las plazas y calles va a costarle la vida?  Ya tiene los guardias ansiosos por su seguridad.  Pero no tomar riesgo por el amor para Francisco sería como la timidez de los apóstoles la mañana de la resurrección.  Por eso predicó en su homilía de la Pascua que Pedro aunque vio el sepulcro de Jesús vacío no se atrevió a creer que Jesús ha resucitado como le han dicho las mujeres.  Sin embargo, el mismo Pedro se arrepiente en este evangelio. No se le opone a Jesús cuando le dice que un día él extenderá sus brazos en una cruz dando su vida por él.

“¿Dónde está la moqueta?” preguntaron algunos cuando el papa Francisco apareció en el balcón la noche de su elección.  La moqueta es la capa roja orlada con armiño que los papas llevaban en ocasiones formales.  Pero Francisco no quería mostrar el lujo.  Más bien, quería expresar su amor para todos, particularmente para los pobres, por presentarse en sólo la túnica blanca del papa.  El papa Francisco quería y quiere expresar su amor para todos.