El domingo, 13 de abril de 2025

DOMINGO DE RAMOS DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

La Pasión de Jesús en el Evangelio según San Lucas sobresale por varias razones.  Entre otras, tiene lo que un biblista describe como “la frase más bella en todas las historias de la Pasión”.  Tiene enseñanzas prácticas también.  Podemos extraer de la narrativa un camino de morir que es pacífico y perfecto.  Ahora trataremos de nombrar sus elementos.

Aun en su Pasión Jesús no deja de pensar en los demás.  Las mujeres están llorando en la orilla del camino para mostrar solidaridad con Jesús.  Pero al saber que sus hijos experimentarán injusticias semejantes a las suyas, les consuela a ellas. “No lloren por mí – dice -- lloren por ustedes y por sus hijos”.    Aún más magnánimo, Jesús promete al criminal que admite su pecado campo en la vida eterna.

Nosotros deberíamos desear morir beneficiando a los demás.  Si tenemos recursos, podríamos heredar algunos a la caridad.  Será eminentemente beneficioso también compartir nuestro afecto con nuestros seres queridos.  Una madre en su lecho de muerte llamó aparte a cada uno de sus nueve hijos.  Le dijo a cada uno de su amor y sus esperanzas para él o ella.  Por supuesto no tenemos que esperar hasta que tengamos una diagnosis fatal para relatar cariño a nuestros seres queridos.

Al morir en la cruz, Jesús no solo premia a aquellos que le responden favorablemente; también bendice a sus verdugos.  Sin duda, sus palabras: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" llaman la atención de todos.  Son ambas las más bellas y las más citadas de sus “últimas siete palabras” en los evangelios. 

Debemos ser tan nobles cuando estamos para morir.  El perdón es lo que define el amor de Dios.  Un poeta escribió: “Errar es humano; perdonar es divino”.  Además, Jesús insiste que no vamos a ser perdonados por nuestras culpas si no perdonamos a nuestros ofensores.  Si no nos piden perdón, deberíamos al menos rezar por ellos.  Podríamos pedir al Señor que les mueva a arrepentirse.  Al tiempo de nuestra muerte, también, deberíamos confesar nuestros pecados a un sacerdote si es posible.

Finalmente queremos morir poniendo nuestra confianza en Dios. Jesús lo hace con la metáfora: "¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!" Está seguro de que el cuidado que el Padre le entregó mediante el ángel en el Monte de Olivos como en cada paso de su misión no se secará en su muerte.  Muy al contrario, lo levantará a la gloria.

En nuestros tiempos las dudas llenan nuestras mentes como nubes en un día de primavera.  Pues vivimos en una edad secular.  Los ateos y los materialistas están en todas partes desafiando a aquellos que creen y rezan.  Sin embargo, especialmente cuando se nos acerque la muerte, querremos dispersar las dudas con un acto de fe.  Dios existe, y nos ama.  Que seamos claros y firmes en esto.  Entonces, podemos morir en paz.