El domingo, 26 de abril de 2015



EL CUARTO DOMINGO DE PASCUA

(Hechos 4:8-12; I Juan 3:1-2; Juan 10:11-18)


Es gran cosa dar a luz a una familia.  La pareja que lo hace imita la obra creadora de Dios.  Ven a sus criaturas con gran satisfacción porque son imágenes de sí mismos.  Dicen como Dios en Génesis: “Vio a todo lo que ha creado, y fue muy bueno”.

Sin embargo, necesitamos hacer algo más que tener a hijos para llegar a Dios.  Pues, si solamente engendráramos prole, en tiempo nos haríamos tan contentos con nuestros productos que nos olvidemos de Dios.  Dios se nos haría como un manual que acompaña el televisor nuevo.  Una vez que dominemos el manejo del aparato, escondemos el manual de modo que se nos olvide de sus paraderos.

Tenemos que recorrer a Dios todos los días para que lo retengamos como nuestra meta.  Con los tantos quehaceres que llenan la vida, ¿cómo vamos a guardar a Dios en vista siempre?   El evangelio ahora nos presenta a Jesús, el Buen Pastor, como el que viene para ayudarnos.  Como el pastor lleva a sus ovejas a las praderas diariamente, Jesús nos guiará al lugar de Dios Padre.  Y como el pastor protege a su rebaño de lobos, Jesús nos salvará de los malhechores.

El evangelio recalca dos cualidades del Buen Pastor que le hace posible a cumplir su menester.  En primer lugar es dispuesto a dar su vida por el bien de las ovejas.  Jesús manifestará esta disposición supremamente en la cruz.  Como un entruchón divierte la atención del enemigo para que el pueblo pueda pasarlo por alto, la muerte de Jesús ha permitido nuestro escape de la muerte eterna.  

La segunda cualidad capacitadora del Buen Pastor es el conocimiento de su rebaño.  A nosotros todas las ovejas parecen iguales.  Diríamos que todos tienen la misma piel blanca, la misma pezuña redonda, la misma manera de masticar césped.  Pero para el pastor, cada oveja tiene características distintivas. Un investigador científico examinaban las moscas de fruto bajo del microscopio.  Apuntó las diferentes características de cada uno – el modo de volar, el tamaño, la forma de su cuerpo, etcétera.  Es así con el Buen Pastor.  Conoce a cada uno de nosotros no sólo por nuestros talentos y faltas sino también por nombre.  Nos llama a cada uno por nombre.

Jesús vive entre nosotros ahora en la comunidad de fe.  Lo percibimos particularmente en los hombres y mujeres que se dedican a sí mismos a él como su amor único.  No buscan a una pareja porque quieren conformarse totalmente a Cristo.  No desean prole porque quieren ser listos en todo momento a dar sus vidas por Dios.  El año pasado el padre Frans van der Lugt, de la Compañía de Jesús, decidió a quedarse con el último grupo de cristianos en Homs, Siria, cuando podía haber escapado el asedio de la ciudad.  Entonces vinieron los extremistas para martirizarlo por ser cristiano.  A lo mejor sabían, y por eso tenían que matarlo, que el padre van der Lugt dedicó su vida al mejoramiento de todos sirianos, los musulmanes tanto como los cristianos.

Los célibes como el padre van der Lugt también llegan a conocer a sus comunidades íntimamente.  La gente les buscan porque reconoce que, cerca de Dios, no la van a ser despreciada y mucho menos traicionada.  Es así con las Hermanas Dominicas de Santa Catalina en Irak.  Esta comunidad, constituida solamente de mujeres nativas, sirve como maestras, médicas, y catequistas por el bien del pueblo mayormente musulmán.  Da testimonio elocuente al amor de Cristo para el mundo por su determinación para seguir trabajando a pesar de oportunidades de huir la tierra arrasada por décadas de guerra. 

No es que todos los sacerdotes y religiosas reflejen perfectamente las virtudes del Buen Pastor.  Hay varias historias entre ellos de la mediocridad, aun de abusos.  En los años recientes varios han querido seguir el camino de profesionalismo con sus propias recompensas.  Bueno, todavía el Reino de Dios no ha llegado en su plenitud.  Pero mirando al gran número de estas mujeres y hombres luchando con los espíritus malignos, los vemos como modelos dignos de nuestra imitación.  Como ellos se esfuerzan para ser como Cristo, el Buen Pastor, queremos luchar también nosotros.

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