El domingo, 20 de diciembre de 2020

 CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO

(II Samuel 7:1-5.8-12.16; Romanos 16:25-27; Lucas 1:26-38)

En un ensayo una interna médica atestigua la soledad sentida durante la pandemia Covid.  Cuenta de una mujer que tiene problemas visitar a su bebé recién nacido que queda en el hospital.  Relata otra historia de un agonizante cuya familia no puede despedirse de él por las restricciones de visitantes.  Describe también la frustración de una mujer que no se permite acompañar a su madre anciana en el departamento de urgencia.  Estas historias nos ayudan entender porque el evangelio hoy constituye “buenas noticias”.

La Navidad nos ayuda superar el sentido de soledad en cualquier tiempo.  Pero es particularmente provechosa cuando estamos sometidos a restricciones agudas como ahora.  La fiesta celebra la venida del Salvador quien levanta el espíritu para nueva esperanza y consolación.  Para apreciar cómo pasa esta maravilla tenemos que sondear quién es este Salvador.  Afortunadamente el evangelio según San Lucas nos lo identifica en el pasaje hoy.  Además, que contarnos cómo tendrá lugar el nacimiento del hijo de María, ello proclama que es el hijo de David y el Hijo de Dios.

Cuando el ángel Gabriel se le dirige a la virgen María, él da eco a las palabras de Dios a David en la primera lectura.  Dice Gabriel Dios dará a su hijo “el trono de David, su padre”.  Añade que “su reinado no tendrá fin”.  David era el gran rey de Israel.  Fue invencible en batalla, pero sometido a Dios en la lucha contra el pecado.  Aunque cometió grandes errores, tenía la humildad a pedir perdón a Dios.  No obstante, la gloria de Jesús sobrepasará la de David.  Con las naciones apoyándolo, él vencerá todo mal.  Ni Covid, tan mortal como sea, puede vencerlo. 

La victoria puede ser detectada en la producción de las vacunas.  La vemos también aún más en los trabajadores que rehúsan a dejar sus puestos en la primera línea.  Entre otros muchos médicos, enfermeras, y técnicos cristianos se arriesgan la salud todos los días.  Otras personas muestran la victoria de Cristo sobre el mal como voluntarios que ayudan a los marginados en el nombre de Cristo.  Nos llena de esperanza ver la repuesta humana a la amenaza del virus.  Porque es “hijo de David”, el gran rey, se puede identificar a Jesús como el líder del movimiento.

Tan significante que sea ser “hijo de David”, es aún más beneficioso a nosotros que Jesús es “Hijo de Dios”.  De su nacimiento en adelante, Dios no estará ni físicamente retirado de su pueblo.  Nos dará la consolación para aguantar los contratiempos mientras buscamos la rectitud.  Un psiquíatra aguantó el campamento de concentración nazi.  Después del horror analizó cómo podían algunos sobrevivirla mientras otros se dieron por vencidos.  Concluyó que la diferencia entre los dos grupos fue la presencia del significado.  Aquellos que hallaron el significado en sus vidas eran más inclinados a aguantar el castigo.  La presencia de Dios nos da tal significado.  Si no fuera para apoyarnos, ¿para qué razón se hizo hombre?

El evangelio nos muestra la respuesta apropiada a la iniciativa de Dios en hacerse humano.  María no evita el llamado de ser madre de Jesús, el Salvador.  Dice con firmeza: “’Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho’”.  Si la medida de un discípulo es poner en práctica lo que diga el maestro, María se prueba de ser el discípulo modelo.  Nosotros podemos seguir a Dios-con-nosotros con tal voluntad.  El discipulado en estos días requiere en primer lugar que alabemos al niño Jesús como los pastores de Belén.  Queremos rezar en la casa y, si es posible, asistir en la misa del 24.  Entonces, ser discípulo nos obliga a apoyar a familiares y amistades celebrar la Navidad beneficialmente.  Mucho más que Santa, la Navidad presenta oportunidad de olvidar rencores y buscar la reconciliación.  Finalmente, no podemos desconocer a los pobres en este tiempo de bondad.  ¿Podríamos hacer alguna cosa en que socorremos a una persona pasando la necesidad verdadera?

Parece justo cuando nieva en la Navidad.  La nieve pura y fresca cayendo al suelo significa la venida de cielo a tierra.  Es símbolo apto de la venida de Dios a nosotros.

No hay comentarios.: