VII Domingo del Tiempo Ordinario
(I Samuel
26:2.7-9.12-13.22-23; I Corintios 15:45-49; Lucas 6:27-38)
El
evangelio hoy toca un tema político muy apremiante en los últimos años. Leído con cuidado, ello puede dirigirnos a un
mayor entendimiento de la situación de los inmigrantes y una política para
disminuir la crisis.
Jesús está
en medio de su “Sermón del Llano” en el Evangelio según San Lucas. Es la contraparte del más famoso “Sermón del
Monte” en el Evangelio de San Mateo. De
verdad, ninguno comprende un sermón completo.
Más bien, los dos son compilaciones de varios dichos de Jesús
organizados alrededor de diferentes temas.
En San Mateo Jesús escoge el monte para entregar sus enseñanzas altas
sobre la moralidad. San Lucas reserva
los montes para la oración y tiene a Jesús instruyendo las morales en un llano.
Oímos la
primera parte del “Sermón del Llano” el domingo pasado. Jesús anunció cuatro bienaventuranzas
consolando a los oprimidos y cuatro “ay” advirtiendo a los opresores. Ahora Jesús enfoque en el amor divino; eso
es, el amor que no busca nada a cambio.
Se da de sí mismo simplemente para ayudar al otro. Lo sorprendente es que Jesús requiere que sus
discípulos practiquen este tipo de amor hacia sus enemigos tanto como sus
amigos.
Los
enemigos son no solo aquellos que nos dañarían sino también aquellos que
amenazan nuestros intereses. La gente en
países ricos a menudo ve a los inmigrantes como enemigos que quieren
aprovecharse de los recursos de su tierra adoptada sin contribuir
proporcionalmente. En Italia por muchos
años los Roma, a menudo llamados “zincari” (la palabra italiano para
“gitanos”), han atraído el oprobio del pueblo.
Se puede ver las mujeres Roma mendigando en lugares públicos con sus
niños. Entretanto, sus hombres tienen la
reputación de ser carteristas y ladrones. Generalmente los italianos resienten
a los Roma y quieren que sean deportados.
La ética que propone Jesús en el evangelio insta otra postura. Llama a los discípulos que apoyen a los
Roma. Puede ser en ayuda directa o en
contribuciones a las caridades que cuidan a los pobres.
Ahora mismo
el mundo entero está enfocado en lo que el presidente de los Estados Unidos
hará con los millones de inmigrantes indocumentados en América. ¿Comenzará deportaciones masivas o limitará extradiciones
a aquellos indocumentados que han cometidos crimines? En este evangelio Jesús se dirige a
individuos, no a gobiernos. Sin embargo,
se puede decir que deportar a millones de personas reflejaría una postura de desdén y odio, no de amor.
La segunda
parte de la lectura tiene que ver con el tratamiento del prójimo eso es, un
conocido que nos pudiera pedir un préstamo.
Según Jesús, deberíamos responder en favor de este tipo de persona, no
reaccionar en su contra. Realmente es la
misma respuesta que debemos a los enemigos.
En lugar de preocuparnos por nuestros propios intereses, deberíamos
actuar con los verdaderos intereses de las otras personas en cuenta. En breve, como hijos de Dios, tenemos que
tratar a todos como El que bendice a todos.
Sin duda el
Evangelio de San Lucas tiene historias y retratos de Jesús exquisitos. Escuchamos del Hijo Prodigo y del Jesús
perdonando al “Buen Ladrón” solamente en este evangelio. Pero la belleza de las imágenes que el
evangelio nos deja no disminuye la vehemencia de las exigencias de Jesús en
este evangelio. De hecho, les aumenta su
fuerza porque solo con el amor divino, un amor vehemente que no busca nada a
cambio, vamos a hacernos algo realmente bello.
Solo con amor divino, nos vamos a hacer hijos e hijas de Dios.
TEMA PRINCIPAL: Hemos de tratar a todos, incluso a los inmigrantes indocumentados, con el amor divino.
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