DECIMOCUARTO DOMINGO “DURANTE EL AÑO”
(Isaías 66:10-14; Gálatas 6:14-18; Lucas
10:1-19)
Este año hemos atestiguado la peculiaridad
de cinco domingos de fiesta durante el mes de junio. No hubo ningún domingo “en tiempo ordinario”
o, como ahora se dice, “durante el año”, cuando habríamos escuchado lecturas de
la Carta a los Gálatas. Esta obra de San
Pablo se destaca por su defensa de la justificación por la fe y también por el
testimonio de Pablo de los acontecimientos en el camino a Damasco y en el
concilio de los apóstoles en Jerusalén.
También, nos ha privado de escuchar la profesión extraordinaria de
Pablo: “…ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (2,20). Solo hoy oímos de esta epístola magnífica.
La lectura viene del final de la
carta. Pablo ha tomado la pluma en su
propia mano. Da un breve resumen de los
temas principales de la carta. Antes de
que veamos estos temas, sería provechoso explicar su contexto.
Galacia era una provincia de Roma. Incluía las ciudades de Pisidia y Frigia
donde predicaron Pablo y Bernabé como relata los Hechos de los Apóstoles. Se ocasionó la carta por las acusaciones de
que Pablo no predicaba la necesidad de ser circuncidado. En ella Pablo defiende su posición que la
circuncisión no solo es innecesaria, sino es contraproducente. Haría a aquellos que se lo sometiera
responsables de cumplir toda la Ley mosaica.
Podemos nombrar tres temas encontrados en
la lectura hoy y básicos en los escritos de Pablo. Primero, Pablo indica la centralidad de la
cruz en su teología. Dice: “No permita Dios
que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo …” Sigue contando que por esta cruz “… el mundo
está crucificado para mí y yo para el mundo”.
Significa que él es muerto a las atracciones del mundo. Nada del poder, plata, placer, o prestigio le
interesa, ni un poquito. Además, él no
va a servir estas entidades por indicando que sean importantes en el final.
Entonces Pablo da la razón porqué rechaza
el mundo. La fe y el Bautismo lo ha
hecho “una nueva creatura”. Juntos con
todos los otros bautizados él fue renovado en la gracia del Espíritu Santo. El
fruto de la nueva creación es diferente que el producto del mundo. Para ellos (y para nosotros) el Espíritu
Santo ha producido el amor, la alegría, y la paz. Al ser “nueva creatura” no es simplemente una
manera nueva de pensar sino vivir una nueva realidad. Se puede pensar en una huérfana de la parte
más primitiva del Amazónica siendo adoptada por las monjas de un
monasterio. Ya vive la “nueva creatura”
para agradar a Dios con la promesa de estar en su presencia para la eternidad.
Finalmente, Pablo pide que “nadie me ponga
más obstáculos”. Está refiriendo a la Ley
gobernando cosas externas del cuerpo como la circuncisión y la dieta. Pablo se declara libre de todas estas
obligaciones, aunque su libertad no es la licencia para hacer lo que quiera. Más bien, la libertad cristiana es una
paradoja. Es hacerse esclavo de Cristo.
Por esta razón Pablo añade: “… llevo en mi cuerpo la marca de los
sufrimientos que he pasado por Cristo”. Al
ser esclavos de Cristo los cristianos pueden actuar según los deseos más
profundos de sus corazones. Eso es, amar lo bueno, aprender lo verdadero, y ver lo
bello.
En resumen, podemos decir que Pablo ha
experimentado el Reino de Dios. Este
reino es la misma realidad que Jesús en el evangelio hoy envía a sus discípulos
a predicar en todas partes del mundo.
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