El V Domingo de Cuaresma
(Jeremías 31:31-34; Hebreos 5:7-9; John 12:20-33)
Ningún evento en la historia contemporánea define el bien y el mal más que el holocausto de los judíos por los Nazis. Cada uno tiene que enfrentar la evidencia de esta atrocidad. Si uno la niega, la defiende, o le imita las tácticas, se le acusa a él con justicia como malévolo.
El Evangelio según San Juan hace un reclamo similar acerca de la crucifixión de Jesús. Muestra a Jesús como el Hijo de Dios que viene al mundo para salvarlo del pecado. No obstante, en su relato, una conjuración hecha del mal, los celos, y la estupidez surge para tener a Jesús ejecutado. El evangelio llama a todos para hacer una decisión acerca esta injusticia. Si uno confiese la complicidad y se arrepiente del pecado, se salva. Pero si considera su involucramiento como de no significancia, se pierde.
El pasaje del evangelio hoy muestra a Jesús profetizando que el momento del juicio ha llegado. Dice que cuando sea levantado de la tierra, él va a traer a todos hacía sí mismo. En el Calvario los judíos, los romanos, aún su madre y su discípulo amado se congregarán alrededor de Jesús. Entonces cada uno tiene que decidirse. ¿Conoce su participación en el crimen y se arrepiente de ella? Por haber escuchado este relato nosotros también estamos allí. Nosotros también tenemos que decidir.
Predicador dominico actualmente sirviendo como rector del Santuario Nacional San Martín de Porres en Cataño, Puerto Rico. Se ofrecen estas homilías para ayudar tanto a los predicadores como a los fieles en las bancas entender y apreciar las lecturas bíblicas de la misa dominical. Son obras del Padre Carmelo y no reflejan necesariamente las interpretaciones de cualquier otro miembro de la Iglesia católica o la Orden de Predicadores (los dominicos).
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