Homilía para el Domingo, 5 de abril de 2009

El Domingo de Ramos de la Pasión del Señor

(Isaías 50:4-7; Filipenses 2:6-11; Marcos 14:1-15:47)

Un chiste pregunta, ¿cómo es Jesús como una mujer? La respuesta: como una mujer Jesús trataba de trasmitir su mensaje a un grupo de hombres que jamás podían entenderlo. En el Evangelio según San Marcos los discípulos de Jesús son particularmente torpes. Por ejemplo, durante la pasión los discípulos duermen cuando Jesús ora por su vida en Getsemaní. Entonces, corren de Jesús en miedo para que no sean arrestados con él. Y ninguno se atreve a presentarse en Calvario para apoyarlo en la muerte. Si en ocasiones nosotros hemos sentido abandonados por nuestros amigos, podemos imaginar la desolación que Jesús siente por este comportamiento.

Dos discípulos sobresalen por la decepción. Judas le comete la ofensa más perniciosa cuando traiciona a Jesús a sus enemigos. Esto no es una simple calumnia sino una entrega a la muerte. Marcos subraya la maldad por añadir dos veces “uno de sus discípulos” al mencionar su nombre como si fuera increíble. Judas es especialmente vicioso por usar un beso como la contraseña para identificar a Jesús a sus enemigos. También el motivo de Judas es sórdido. Traiciona a su maestro por el dinero.

No es probable que alguien nos haya actuado con tanta duplicidad como Judas trata a Jesús. Pero sí es posible que hayamos sido engañados por un amigo o un pariente. Muchos padres conocen el dolor de tener a un hijo drogadicto que les ha robado. Tan vergonzoso que sea, no es inaudito que una persona haya engañando a un amigo por acostarse con su esposa. Finalmente, casi todos nosotros hemos tenido la amarga experiencia de dar dinero a otra persona o de trabajar por otra persona con la expectativa de servicio o de pago y jamás recibirlo.

El otro discípulo de Jesús que le maltrata notablemente es Simón Pedro. Un momento él se jacta como va a morir con Jesús. Entonces, algunas horas después Pedro no sólo lo niega sino a lo mejor lo maldice para demostrar su disociación. Estos pecados no son tan graves como la traición, pero son más que la omisión de no defender a Jesús de sus perseguidores. Comprenden actos de cobardía particularmente apestosos.

A veces actúan otras personas hacia nosotros como Pedro hacia Jesús aquí. Hemos oído de personas que rehúsan testimoniar a un crimen por miedo de represalias contra ellos. Y aún nosotros hayamos criticado a otras personas fuertemente a sus espaldas después de haber platicado dulcemente con ellas.

En su relato de la pasión San Marcos nos hace entender que el discipulado de Jesús requiere el sufrimiento. A veces el dolor será tan severo que nos quitará todo el apoyo humano como Jesús experimenta en la pasión. Habrá personas tan viciosas como Judas y tan cobardes como Pedro. En tales situaciones tendremos que depender sólo de Dios. No será momento de abandonar a nuestro seguimiento sino de abrazarlo con toda tenacidad. También San Marcos nos promete que como en el caso de Jesús experimentaremos a Dios cambiando nuestra suerte. Es cierto. Si quedamos fieles, Dios nos cambiará el sufrimiento en la victoria.

No hay comentarios.: