El domingo, 29 de diciembre de 2013


LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

(Eclesiástico 3:3-7.14-17; Colosenses 3:12-21; Mateo 2:13-15.19-23)


En el principio y en el fin del evangelio según san Mateo Jesús enfrenta  amenazas.  Como escuchamos hoy, Herodes quiere quitar la vida del niño Jesús.  En Getsemaní, después de la cena con sus discípulos, la pandilla enviada por los líderes judíos viene para tomarlo preso.  En el primer caso José interviene para salvar a Jesús.  Desgraciadamente durante la crisis en el jardín los discípulos se le huyen.

¿Qué le hace a José actuar tan valientemente mientras Pedro y compañía fallan miserablemente?  Es cierto que a los discípulos todavía les falta la fortaleza del Espíritu Santo.  Pero también es el diferente tipo de relación que los dos tienen hacia el Señor.  José ha asumido el papel del padre de Jesús en el cual ve una extensión de sí mismo.  Al otro lado, aunque los discípulos deberían ver a Jesús como su amigo, el "otro yo" por quien quisieran dar la vida, lo tratan como cualquiera otra persona.  Eso es, lo miran como un complejo de debilidades y fuerzas que no vale el arriesgo de sus propias vidas.

Comúnmente se han visto los padres como proveedores y protectores de su familia.  En el primer papel los padres proveen a los hijos tanto la sabiduría para madurar como el pan para crecer.  A veces los padres hacen hincapié más en las cosas materiales que las cualidades espirituales provocando daño a los niños.  El niño que tiene cada nueva invención de Apple pero carece del buen ejemplo de sus padres no tiene suerte sino problema.  En el evangelio José modela al buen padre por seguir inmediatamente el mandato de Dios.  No demora ni un día para llevar a Jesús y María a Egipto.  Los padres de familia que llevan a sus hijos a los asilos para visitar a los ancianos están bendiciendo a sus hijos dos veces.  En primer lugar están dándoles su tiempo fortaleciendo el vínculo del amor.  Y en segundo lugar, están demostrándoles la necesidad de apoyar a los débiles como Dios manda.

Queremos proteger a nuestros hijos de todas formas de mal, sea el accidente de transito en la niñez o sea la pérdida del auto-estima en la adolescencia.  Sin embargo, no podemos escudarlos de todas las dificultades de la vida.  De veras, es mejor que enfrenten algunos retos aun cuando son niños.  En lugar de retirarse de una materia difícil de escuela, puede ser provechoso que el alumno reciba una nota más baja con tal de que aprenda cómo estudiar mejor.  Por esta razón queremos estar allí para ayudarles levantarse si se caen y para hacer sentido de lo que les hayan pasado.  El acompañamiento cercano parece particularmente necesario en este tiempo contemporáneo cuando la maldad puede invadir aun las recámaras de niños por las computadoras.

Se veía el presidente del consejo parroquial con su hijo a su par en la misa.  El hombre tenía el misalito en mano leyendo las lecturas bíblicas.  El niño también estaba estudiando el misalito tomando el ejemplo de su padre.  Este hombre bendecía a su hijo dos veces.  No sólo le enseñaba a cumplir el mandato de Dios de mantenerse cerca de Su palabra sino también le daba al niño el acompañamiento cercano.  Sería buen propósito para el Año Nuevo.  En primer lugar que nos mantengamos cerca la palabra de Dios.  Y en segundo lugar que acompañemos de cerca a nuestros seres queridos.

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