El domingo, 17 de marzo de 2024

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

(Jeremías 31:31-34, Hebreos 5:7-9; Juan 12:20-33)

Las tres lecturas hoy son bellas e interrelacionadas.  Vale examinar cada una para ver cómo contribuye al enfoque de este quinto domingo de cuaresma.  En el pasado se reconocía este domingo como Domingo de la Pasión.  Se consideraba como el principio de la ordalía que padeció Jesús para salvarnos del pecado y la muerte.  Tal vez la historia de un discurso antes una batalla famosa pueda recrear por nosotros la emoción de este domingo.

En 1415 el ejercito inglés estaba para encajar a los franceses en la Batalla en Azincourt.  Sus fuerzas fueron superadas en número, pero su rey Enrique V instó a sus tropas que no perdieran la esperanza.  En la madrugada antes de la batalla les dijo que iban a contarles a sus hijos orgullosamente lo que pasó ese día.  Dijo que eran hermanos luchando hombro a hombro por su patria.  El trasfondo del evangelio se llena con la anticipación de Azincourt esa fatídica madrugada.  Jesús dice con la llegada de los griegos: “’Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado’”.  Está refiriéndose a su pasión por la cual salvará al mundo del pecado.

Este es el momento cuando Dios formará una nueva Alianza con su pueblo como profetiza el profeta Jeremías en la primera lectura.  Por la muerte, resurrección, y ascensión de Jesús el Espíritu Santo vendrá para grabar la Ley nueva en los corazones del pueblo.  Básicamente el amor para Dios y para el prójimo, esta Ley unificará a Dios y la Iglesia, el nuevo Israel, para siempre.  Como dice Jeremías: Dios será su Dios y ellos serán su pueblo.

Tal vez la Carta a los Hebreos es el menos apreciado de todos los libros de la Biblia.  Expresa un profundo entendimiento de Jesús que reconoce su suprema fidelidad humana y su potencia divina.  En la lectura hoy recalca la lucha de Jesús para cumplir la voluntad de Dios Padre que entrega al mundo del pecado.  Sus palabras nos dan un sentido de su empatía para nosotros en la lucha de quedar fieles a Dios.

En el Evangelio según San Juan raras veces Jesús muestra sensibilidades pasivas.  Sí llora ante la tumba de Lázaro, pero con más frecuencia expresa la voluntad para dominar el mal.  Aquí tenemos buen ejemplo de esta intención.  Rechaza la idea de pedir la entrega de la muerte horrífica que está para padecer.  Más bien dice: “’… ¡no, pues precisamente para esta hora he venido!’”

Jesús usa una parábola para explicar lo que está para acontecer.  “’…si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, -- dice -- queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto’”.  Sabe que el fruto de su pasión y muerte será no solo su resurrección a la gloria sino también el rescate del mundo de las garras de Satanás.

La Semana Santa en que celebramos nuestra liberación del pecado y la muerte está cerca.  Tenemos solo siete días para prepararnos a recibir sus gracias.  Si hemos ayunado o no, si hemos hizo el Viacrucis o no, que hagamos algún sacrificio esta semana pensando en el Señor Jesús crucificado por nosotros.  Luego que vengamos aquí el Domingo de Ramos y, si es posible, el Viernes Santo para participar en la Pasión del Señor.  Finalmente, no nos olvidemos para celebrar su resurrección de entre los muertos con toda alegría apropiada.

No hay comentarios.: