El domingo, 13 de enero de 2013


EL BAUTISMO DEL SEÑOR
(Isaías 40:1-5.9-11; Tito 2:11-14.3:4-7; Lucas 3:15-16.21-22)

El muchacho estuvo a una coyuntura de su vida.  Le gustaba jugar béisbol - mucho.  Y era cumplido como jugador. De hecho le nombraron como uno de los jugadores más prometedores en el sistema de un equipo de las ligas mayores.  Pero también sentía la inquietud de la vocación religiosa. Tuvo que decidir: ¿seguirá el amor del deporte o seguirá el amor de Dios? Es semejante a la situación de Jesús en el evangelio hoy.


A lo mejor Jesús ha hecho su aprendizaje como carpintero. Su padrastro tiene este oficio y es la costumbre de seguir en la empresa familiar. Pero desde muy joven Jesús ha hablado del otro "padre". Ya ha estado en el desierto aprendiendo del santo Juan. Se somete al bautismo de Juan para consolidar su decisión. Sí, va a dejar la carpintería para ser profeta de Dios. Es semejante al compromiso que se espera de los padres trayendo a sus niños al templo para el bautismo.  La comunidad de fe les ve como prometiendo a criarlos como fieles a la voluntad de Dios.

Sin embargo, algunos padres vienen para el bautismo más por costumbre que por compromiso. Sólo quieren complacer a los abuelos sin ninguna intención a volver al templo hasta que sea el año en que los niños recibirán la primera Comunión.  Desafortunadamente, estos padres no se dan cuenta de todo lo que está en juego en el mundo actual. 

Nuestra sociedad se hace cada vez más secular; eso es, cada vez menos creyente.  No es fuera de la posibilidad que dentro de poco la visión de la novela Un mundo feliz sea realizada, al menos en parte.  En esta historia, situada en el futuro, todo el mundo vive contento por drogas y sexo.  El sexo no tiene que ver con la procreación de niños.  Para eso, los bebés están producidos en los laboratorios donde son divididos en clases según sus posibilidades genéticas.  Se permite a los fetos más prometedores a desarrollarse hasta el término.  Pero el progreso de los fetos con supuestamente menos capacidades está interrumpido para que sólo podrán actuar varios trabajos manuales.  Para evitar problemas sociales todos toman drogas.  En sumo, la gente paga para los placeres con la entrega de sus pensamientos y emociones o, en otras palabras, justamente con su humanidad. 

Nuestra sociedad está moviendo en este rumbo con la permisividad creciente del sexo fuera del matrimonio, la disponibilidad de la concepción  “in vitro”, y la opinión de muchos  en favor de la legalización de drogas.  La condición es grave pero la solución está al alcance.  El Espíritu Santo desciende sobre Jesús para prepararlo para su misión.  Con sus dones él conducirá a la gente de las tinieblas del pecado a la luz de la virtud.  Para nosotros hoy en día la entrega ejecutada por Jesús lleva dimensiones espectaculares.  Siguiendo sus enseñanzas sobre la auto-abnegación para amar al otro en verdad, nos salva de la devolución de nuestra humanidad.  Más que esto -- y esto es lo que los padres de niños deben tomar en cuenta – su cruz y resurrección nos ofrecen puestos en la familia de Dios.  Esto no es poca cosa porque los hijos e hijas de Dios son herederos de la vida eterna.  Si queremos hacer lo mejor para nuestras familias y para nosotros mismos, lo seguiremos tan cerca como posible.

El hombre estuvo como una sombra de quien una vez era.  Enfermo con Alzheimer, él vivía en un asilo de segunda clase.  Pero no era la carencia de cuadros en las paredes que dio pena al visitante sino la manera en que todos los internados parecieron drogados.  Para evitar problemas sociales, se les daba a los residentes tranquilizadores.  Después de tratar en vano a comunicarse con el hombre, el visitante cambió su modo.  Le pidió al hombre que rezara con él el Padre Nuestro.  De repente la cara del hombre se iluminó.  Fue como si le devolviera su humanidad por recordarle que era hijo de Dios.  Aunque tuvo Alzheimer, se recordó que era hijo de Dios.


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