El domingo, 9 de octubre



Vigésimo octavo domingo ordinario

(II Reyes 5:14-17; II Timoteo 2:8-13; Lucas 17:11-19)



Una hermana religiosa contempla las enseñanzas más valiosas de la vida.  Dice que educamos a nuestros niños para decir “gracias”.  Sigue a comentar que esta lección tiene que ver con la concientización.  Queremos que ellos sean conscientes de todo lo que tienen como regalos de Dios.  Este es la lección que Jesús quiere transmitir en el evangelio de hoy.

Los leprosos gritan a Jesús a lo lejos.  Pues según la ley judío no deben acercarse a nadie, ni a sus propias familias.  Por eso sufren del aislamiento y la soledad.  Su condición es parecida a la cual mucha gente hoy en día experimenta.  Cada vez que un padre hable con su hija joven resulta una discusión.  Quiere una mejor relación con ella pero piensa que ella no está cumpliendo sus responsabilidades.  Una pareja ya no hablan íntimamente con uno y otro.  Los dos quieren regresar a los primeros años de su matrimonio cuando compartían todo.  Centenas de solteros católicos se congregan para una conferencia.  Cada uno anhela que otra persona le aprecie a ella o a él como un ser sumamente importante.  A veces todos nosotros sienten malentendidos y distanciados de los demás.  Juntamos nuestras voces con las de los leprosos diciendo: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

El maestro no demora a responder.  Les dirige a los leprosos a los sacerdotes.  Según la ley los sacerdotes son como inspectores verificando cuando el leproso sea sanado de la enfermedad.  También en nuestra soledad Jesús nos instruye que cumplamos la ley, es decir su ley de amor.  En lugar de enfocarnos en nosotros mismos, que nos dediquemos al bien del otro.  Podríamos educar a los inmigrantes, asistir a los desamparados, o visitar a los ancianos en asilos. 

Al ayudar al otro, experimentamos cambios notables en nosotros.  Nos hacemos menos rencorosos y más comprensivos.  Los demás nos ven como amigos.  Quedamos sanados de mucho del aislamiento que sentíamos.  En el evangelio los leprosos están aún más aliviados. Curados de la enfermedad los hombres pueden regresar a casa a besar a sus hijos.
 

Pero uno de ellos siente el impulso para volver a Jesús primero.  Quiere reconocer la misericordia que les tuvo.  Es samaritano, es decir extranjero que no comparte la misma fe en Dios.  Sin embargo, agradece al Dios de Israel por enviarle a un curador tan grande como Jesús.  Es como en nuestro tiempo hay pocos que se dan cuenta que Dios es la fuente de toda bondad.  Él nos ha dado la vida y los recursos para mantenerla.  También nos mueve que ayudemos al uno al otro cuando sea necesario.

Cuando expresemos el agradecimiento a Dios por un acto continuo de alabanza, recibimos una bendición doble.  No sólo sentimos contentos con nosotros mismos sino también vemos todos aspectos de la vida como abiertos a la grandeza de Dios.  Somos más positivos y esperanzados.  En el evangelio Jesús confirma esta segunda bendición por pronunciar al samaritano “salvado”.  Ya estuvo sano.  La salvación que Jesús tiene en cuenta es la vida eterna. 

Un sabio una vez dijo que hay sólo dos tipos de oración: “por favor” y “gracias”.  Como los diez leprosos que digamos “por favor” en la mañana.  Queremos el apoyo de Dios para enfrentar esperanzados los retos del nuevo día.  Como el solo samaritano que no olvidemos rezar “gracias” en la tarde.  Después de todo hemos recibido algún beneficio del Padre aun si no es más que el aire para mantener la vida.  Que no olvidemos a decir “por favor” y “gracias” diariamente. 

1 comentario:

VINICIO SANTOS dijo...

ESTIMADOS HERMANOS:
Solicito reanudar al ecumenismo cristiano eclesiástico total de las iglesias cristianas denominacionales del mundo con la iglesia católica romana del Vaticano porque resolví a la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días con mi llamamiento de presidente de rama del barrio las flores de la estaca Guatemala el día de hoy.

Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Documento de identificacion personal:
1999-01058-0101 Guatemala,
Cédula de Vecindad:
ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
Ciudadano de Guatemala de la América Central.