El domingo, 3 de enero de 2010

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

(Isaías 60:1-6; Efesios 3:2-3.5-6; Mateo 2:1-12)

Sin duda, sabes de la película. Los jóvenes crecían mirándola. En búsqueda de la arca perdida cuenta de varias personas que quieren ver las huellas de Dios. No son muy diferentes de los buscadores que encontramos en el evangelio hoy.

Los magos buscarán la sabiduría verdadera hasta los confines del mundo. Estudian las estrellas para aprender tanto como posible. Una estrella prometedora es la del rey de los judíos, el hijo de Dios. Por eso, los magos la siguen hasta que se pierda en las tinieblas. Nosotros también buscamos al hijo de Dios que conocemos como el Señor Jesucristo. Nos hace falta su ayuda. ¿Quiénes somos? Somos una anciana que ha estado luchando contra el cáncer por un año entero. El último tratamiento de quimioterapia fue “peor que la muerte”. Nos falta Jesús para ayudarnos aceptar la inevitable. También somos una joven con una hija pequeña y un marido de treintiocho años que acaba de sufrir un derrame cerebral. Tenemos que alentar a él, cuidar a la niña, y generar bastantes ingresos para mantener la casa. Necesitamos a Jesús para afrentar estos retos. También somos el hombre compulsivo que nunca ha podido tomar control sobre sus deseos sexuales. Nos encontramos a nosotros mirando la pornografía en el Internet que nos conduce primero a la masturbación, entonces a grandes penas de culpa. Nos hace falta Jesús para perdonarnos el pecado y para calmar nuestros impulsos. Si confiáramos sólo en algunos rezos hechos con los labios, no encontraremos a Jesús. Como los magos en el evangelio quedaremos fuera del blanco.

La estrella representa la razón natural. Ella despierta en los magos el deseo para ver la sabiduría de las edades y señala en que rumbo estará. Sin embargo, si no están apoyados por la revelación particular de Dios, no pueden llegar a la meta. Por eso, tienen que preguntar a los judíos, “¿Dónde está el rey de los judíos?” En las Escrituras, guardadas por los judíos, Dios ha revelado Su plan para la salvación. El Antiguo Testamento da los indicios de Cristo desde su nacimiento hasta su resurrección de la muerte. En nuestra búsqueda para Jesús, nosotros también debemos consultar las Escrituras. Tenemos los evangelios -- las palabras y los hechos de Jesús -- para guiarnos a él.

En este mismo Evangelio según San Mateo Jesús nos invita a compartir su yugo. Esto es su relación con Dios que consta de ambos el infinito amor de parte de Dios Padre y de nuestra entrega a Su voluntad. Juntada con Jesús, la anciana afligida con cáncer recibirá la confianza que pronto estará en las tiernas manos de Dios Padre. Con Jesús la mente de la joven será fortalecida para cumplir todas sus responsabilidades como peldaños a la felicidad. Y con Jesús el compulsivo quedará calmado para rechazar las tentaciones eróticas como moscas sobre la coca-cola. Asimismo, los sumos sacerdotes y escribas de la ley colocan los paraderos del nacimiento del Mesías en el profeta Miqueas.

En la escena final del evangelio de hoy los magos desempacan sus regalos indicando su aprecio para la sabiduría verdadera encontrada en Jesús. Por nosotros el oro, el incienso, y la mirra se refieren a diferentes disposiciones de la vida cristiana. El oro significa la virtud, la cualidad más noble del humano que traemos a la vida evangélica. Indica cómo procuraremos vivir en modos excelentes para ayudar a Cristo transformar el mundo. El incienso representa nuestras oraciones alzando al cielo por el bien de todos. Y la mirra, una especia usada para el entierro, simboliza la buena voluntad nuestra para morir por el evangelio si es el plan de Dios.

El evangelio no nombra a los magos. De hecho, no dicen que son solamente tres. Pero existen leyendas que suplen este tipo de información. Una tal leyenda dice cómo cada mago tiene el color de piel diferente indicando su origen en una parte distinta del mundo – negro para indicar el África; blanco, Europa; y amarrillo, el oriente de Asia. Lo que esta leyenda procura decir es lo que estamos proponiendo aquí. Los magos representan el mundo entero buscando la sabiduría verdadera en Jesucristo. Nosotros, tanto como los magos, necesitamos su apoyo en la lucha contra la muerte, los altibajos de la vida, y las tendencias erróneas del yo. Sí, todo el mundo necesita a Cristo.

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